El colegio Notre-Dame de Bétharram, en los Pirineos Atlánticos, en Francia, era, de cara a la galería, una escuela católica de prestigio, hasta que decenas de antiguos alumnos abrieron la caja de Pandora hace un año y empezaron a denunciar los abusos, físicos y sexuales, sufridos por parte del personal docente durante décadas. Tras más de 200 testimonios, la Fiscalía abrió en febrero una investigación y el escándalo salpica al primer ministro francés, François Bayrou, que estuvo al frente del Ministerio de Educación entre 1993 y 1997 y cuya hija ha revelado haber sido víctima también de abusos físicos.
Fue en un campamento de verano organizado por la congregación, cuando ella tenía 14 años. “Éramos unos 40, monitores incluidos, una tarde, cuando sacábamos los sacos de dormir, el padre Lartiguet me agarró del pelo, me arrastró por el suelo varios metros y me dio golpes y patadas por todo el cuerpo, pesaba unos 120 kilos”, ha contado Hélène Perlant, de 53 años, hija del primer ministro, en una entrevista a la revista Paris Match y al hilo de la publicación este jueves del libro El silencio de Bétharram.
Bayrou siempre ha defendido que él nunca supo lo que pasaba en el centro. Este, que ahora tiene otro nombre, está situado cerca de la localidad de Pau, ciudad en la que es alcalde. Los hechos se remontan a 1950, aunque la mayoría de las denuncias fueron en los 90. Su hija, que estuvo escolarizada en este colegio, dice que no le contó a su padre la paliza que sufrió, aunque, en otra entrevista en televisión este jueves, ha dejado entrever que este sí estaba al tanto de lo que pasaba.
Perlant ha contado que, en 1998, su padre se vio con el juez que investigaba a uno de los curas, entonces director del centro y denunciado por violación. “Creo que igual él no se acuerda, pero yo estaba en casa cuando volvió de ver al juez Mirande. ‘No se lo digas a nadie, juré mantener el secreto de instrucción, ¿pero crees que esto es posible?”, interrogó a su hija sobre las acusaciones. Bayrou negó haberse citado con el juez, aunque este último ha dado la versión contraria a medios como Le Monde o Mediapart.
Ante el volumen de denuncias, a finales de febrero la Asamblea Nacional creó una comisión para investigar el escándalo de Bétharram, tras décadas de silencio y la complicidad de los que intuían lo que pasaba, o lo sabían y no dijeron nada, dentro de la comunidad educativa. Ya han testificado más de un centenar de exalumnos, y en mayo tendrán que declarar los distintos ministros de Educación en la época, entre ellos Bayrou.
El caso Bétharram es uno de los mayores escándalos de pederastia en un centro católico en Francia. La mayoría de los hechos denunciados se produjeron en los años 90, aunque hay algunas víctimas que los datan en 2010. En 1996 se empezó a investigar, tras varias publicaciones en la prensa, pero un informe del Ministerio Educación descartó que hubiera abusos.
El caso cobró otra dimensión hace un año, cuando las víctimas se agruparon en Facebook y empezaron a contar su historia. El pasado febrero el medio Mediapart reveló que Bayrou, cuya mujer trabajó en el centro y que en su día dijo que “los controles realizados eran positivos”, se había reunido con el juez encargado de la investigación.
Las denuncias más antiguas podrían haber prescrito. Las víctimas dicen haber sufrido tocamientos por parte de los religiosos en los dormitorios de los alumnos, también palizas e insultos. Uno de los alumnos asegura que perdió parte de la audición tras una de las agresiones. En el libro El silencio de Bétharram, coeditado por una periodista y el portavoz de la asociación de víctimas, Alain Esquerre, se cuenta el caso de un niño que murió de meningitis y no recibió la asistencia adecuada.
Las víctimas han denunciado el “régimen de terror” que vivían en el centro, que funcionaba “como una secta, un régimen totalitario” y que Esquerre describe en su libro como “el Gulag de los Pirineos”.
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