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Pepa Bueno, directora de EL PAÍS: “Tenemos que hacer frente al negocio económico, político y comunicativo de la mentira”

La directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, ha defendido este lunes la labor del periodismo en un mundo en el que las mentiras parecen estar ganando la partida a la verdad. En el acto de entrega de los Premios Ortega y Gasset, celebrado por segundo año consecutivo en Barcelona, Bueno ha advertido de una mutación en la naturaleza de las mentiras. Siempre han existido, sí; el problema ahora es que “se propagan como nunca” y, sobre todo, que por “increíble” que parezcan algunas de ellas, “se aceptan por una parte importante de nuestros conciudadanos”.

Parte de la labor del periodismo ha consistido, históricamente, en “desenmascarar”, dentro de sus posibilidades, esas mentiras. Tal ejercicio ya no es necesario porque “la mentira se exhibe con cinismo” y ni siquiera pasa factura a quien la difunde. “Es un objeto fascinante de investigación por qué tantos ciudadanos están dispuestos a creer mentiras de los poderosos, de las cuentas anónimas en las redes o de personajes ajenos al periodismo antes que confiar en quienes dedican su esfuerzo y su talento a ir, ver, escuchar, contrastar y contar”. La batalla del periodismo está más vigente que nunca: “Tenemos que hacer frente al negocio económico, político y comunicativo de la mentira”.

Tras denunciar que la campaña que ha llevado por segunda vez a Donald Trump a la Casa Blanca estuvo “plagada de falsedades”, la directora ha lamentado el “retroceso de las libertades públicas” en Estados Unidos. Pero el deterioro de las democracias no es un problema exclusivamente norteamericano, sino que se reproduce “aquí y allá”, azotadas por el “ultranacionalismo” y la “criminalización de grupos humanos” en función de su origen, religión o ideología. Y en la base de ese declive está, de nuevo, la mentira, porque son “sociedades en las que se ha roto el consenso sobre la realidad”, ha dicho en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona.

La receta frente a la desinformación pasa ―ha sostenido Bueno al recordar que este domingo EL PAÍS ha cumplido 49 años de vida― por volver a los básicos del oficio: “El periodismo del hecho contrastado, de las preguntas exigentes, del respeto al diferente y a la pluralidad de nuestras sociedades”. A propósito de la capacidad de los medios de comunicación para inquirir sobre la realidad, y especialmente para ser exigentes con el poder, ha incidido en que la “primera obligación” de un periodista es “hacer las preguntas correctas”.

“Limpieza étnica” en Gaza

Para recuperar la credibilidad de los ciudadanos, el periodismo debe evitar la soberbia e interrogarse a sí mismo: “Tenemos como razón exigir rendición de cuentas a los poderosos… También rendir cuentas ante nosotros mismos y ante nuestros lectores”. Bueno ha defendido que se debe hacer “un triple ejercicio de transparencia: profesional, editorial y financiera”. Y también ha apostado por la necesidad de ser humildes. Frente a un mundo cambiante y con acontecimientos que se suceden a gran velocidad, el periodismo no puede pretender “dar respuesta a todos ellos”.

El periodismo es “una de las herramientas de las sociedades democráticas para aproximarse con honestidad a la realidad, para combatir el virus de la intolerancia y la demonización personal del adversario o el diferente”, ha afirmado la directora para glosar, precisamente, las virtudes de los premiados en esta edición, la número 42, de los Premios Ortega y Gasset de periodismo.

Isabel Coello (Madrid, 52 años), un “ejemplo de constancia y tenacidad”, ha dicho Bueno, ha ganado en la categoría de mejor historia o investigación periodística por el podcast La casa grande, donde explica el proceso de recuperación de víctimas de la violencia machista. Óscar Corral (Santiago de Compostela, 44 años) se ha llevado el premio a la mejor fotografía por una imagen tomada en Alfafar (Valencia) tras la dana que simboliza “el imprescindible trabajo de los servicios públicos”. Jorge Ramos (Ciudad de México, 67 años), un periodista que “nunca se ha quedado atrás en nada”, ha recibido el premio a la trayectoria profesional.

Mikel Ayestaran (Beasain, 49 años) ha sido premiado por la mejor cobertura multimedia por su relato en Instagram de la guerra de Gaza a través de los platos, una “idea brillante de un gran periodista”. La directora de EL PAÍS ha aprovechado el reconocimiento a Ayestaran, que lleva dos décadas contando lo que ocurre en Oriente Medio, para denunciar la “limpieza étnica que Israel está ejecutando en Gaza”. “La historia nos va a examinar por lo que hicimos o dejamos de hacer en Gaza”, ha vaticinado.

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