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Patriotismo y esperanza para la diáspora: los primeros mensajes del trumpista favorito para presidir Rumania

El gran vencedor de que en noviembre se anulara la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Rumania ha sido el ultraderechista George Simion. El líder de la formación extremista Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR) cosechó una clara victoria con el 40,96% de los votos en la primera vuelta, celebrada el domingo, de estas elecciones repetidas. Fue un resultado contundente, pero insuficiente, que obliga a una segunda ronda el próximo 18 de mayo, cuando este licenciado en Historia de 38 años se enfrentará al proeuropeo Nicusor Dan, de 55 años, que logró el 20,99%.

A finales del pasado año, Simion quedó en cuarto lugar por debajo de dos aspirantes proeuropeos y del sorprendente ganador de esos comicios: Calin Georgescu, un candidato anónimo con ideas mesiánicas, prorrusas y soberanistas. Ante la convulsión social que se generó, el servicio secreto desclasificó 10 días más tarde unos documentos que apuntaban a que hubo una injerencia rusa en los comicios que lo habrían aupado mediante la red social TikTok. Estos informes empujaron al Tribunal Constitucional a cancelar la segunda vuelta dos días antes de su celebración.

En ese instante, Simion se subió al tren que le estaba proporcionando Georgescu. Ambos empezaron a acercar posturas con apariciones simbólicas y sin declaraciones conjuntas con el fin de estrechar lazos, ya que los dos abogan por cortar la ayuda militar a Ucrania y apuestan por la familia tradicional cristiana, entre otros. Sus diatribas se alinearon con mensajes contra las instituciones democráticas que, a su parecer, atentaban contra el Estado de derecho y repetían un mantra que aún se sigue escuchando: “Que devuelvan la segunda vuelta de las presidenciales”.

Simion aseguraba que no se iba a presentar en el caso de que pudiera hacerlo Georgescu. Pero, como se sospechaba, el mismo tribunal impidió su candidatura, de modo que cedió el relevo a este hooligan, que dice haber aprendido más en la grada de un grupo de ultras de los campos de fútbol que en las escuelas donde estudió.

Simion, que tiene prohibida la entrada a Ucrania y Moldavia, insiste en que lucha por la democracia, la voluntad del pueblo, el Estado de derecho y el orden constitucional, y prometió recientemente que otorgaría a Georgescu en un puesto importante de poder. Quiere designarle primer ministro, pero Simion carece del respaldo suficiente en el Parlamento. Entre las tres facciones políticas de extrema derecha aúnan un 35% de los escaños en ambas cámaras del hemiciclo.

El político, que de joven participó en protestas a favor de la unificación de Rumania con Moldavia, se define además como ‘trumpista’ y se ha alineado al movimiento de “Make America Great Again” del presidente estadounidense. Además, su llegada al poder crearía quebraderos de cabeza a la Unión Europea contra la que ya ha despotricado. Está en contra del matrimonio homosexual y niega los efectos del cambio climático.

El domingo, el político de ideología ultranacionalista captó los votos de sus simpatizantes y los de Georgescu, pero sumó unos 400.000 votos más, hasta alcanzar los 3,8 millones. De esos, 600.000 de ellos provienen de la diáspora; el 61% de los electores que ejercieron su derecho en el extranjero.

“Queridos rumanos del extranjero, nuestros hermanos y hermanas de la diáspora, vosotros que os habéis ido no porque quisisteis, sino porque os empujaron, vosotros que lleváis a Rumania en vuestra alma, incluso cuando el pasaporte dice lo contrario. Hoy habéis hecho historia”, señaló Simion en un mensaje difundido en sus redes sociales.

“Hoy habéis demostrado que la sangre rumana no se diluye con la distancia, que la nostalgia no se apaga, sino que se transforma en valor. Que estéis donde estéis en el mundo, Rumania vive a través de vosotros. Hemos sentido vuestro latido en cada centro de votación en España, Italia, Alemania, Inglaterra, Francia, Irlanda, Austria y toda Europa e, incluso, más allá de los océanos”, prosiguió el líder extremista.

En su alocución, en la que intenta tocar la fibra de sus votantes, también mencionó las elecciones anuladas. “Sé que robaron vuestro voto en diciembre. Votasteis por Calin Georgescu, por la dignidad, la luz, la paz, por una Rumania conducida por gente justa. Ese voto ha sido borrado, ignorado, anulado, tal como (los gobernantes) querían hacer conmigo”, aseguró el dirigente de AUR, partido que fundó en 2019 y que ahora es el segundo con más escaños en el Parlamento.

Los conservadores nacionalistas del bloque comunitario, como los primeros ministros de Hungría, Viktor Orbán e Italia, Giorgia Meloni, verían con buenos ojos su llegada al poder. Su partido pertenece a la misma familia europea de la líder italiana, el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos. Además, miembros de la Administración Trump, como el vicepresidente J. D. Vance, han criticado la democracia rumana por la anulación del pasado escrutinio.

“Rumania está al borde del soberanismo. Evitar este paso es extremadamente difícil. Probablemente, tendremos que pasar por la aventura del extremismo de derecha hasta que los votantes, que hoy se regocijan de haber golpeado el ‘sistema’, comprendan la magnitud del desastre económico y político que seguirá”, asegura el analista político Dan Tapalaga.

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