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La Universidad Autónoma de Madrid se aleja del limbo legal con dos candidatos a liderarla: la rectora y un exvicerrector

El 9 de abril la Universidad Autónoma de Madrid enmudeció al saber que su rectora en funciones, Amaya Mendikoetxea, había perdido la votación contra el voto en blanco. Muchos se arrepintieron de no haber participado en unas elecciones sin tensión, otros de haberse pasado en su toque de atención y otros se alegraron de haberla tumbado con críticas a su gestión. El campus quedó noqueado. Pronto se dieron cuenta de que, si no había candidatos en unos nuevos comicios, entrarían en un limbo legal sin precedentes en la Universidad pública española. Pero el 2 de junio habrá dos: de nuevo Mendikoetxea y Javier Ortega, director de la Escuela Politécnica Superior de la UAM entre 2012 y 2017 y vicerrector de Innovación y Transferencia de Conocimiento de 2017 y 2021.

“Gobernar no es mirar desde la barrera. Es decidir, arriesgar y a veces equivocarse. Pero siempre desde la responsabilidad y el compromiso con el bien común”, afirma la rectora en funciones en una carta que mandó a la comunidad universitaria el domingo y que luego compartió en X. Tomó la decisión de volver a presentarse “con renovada convicción” el viernes, el día que se cerraban las candidaturas.

Este miércoles, la Secretaría General ha confirmado que solo hay estos dos aspirantes, Mendikoetxea y Ortega. Los plazos administrativos se han abreviado tanto que ahora empieza una carrera contra reloj. En 10 días arranca la campaña. La posibilidad de caer en un limbo legal se aleja ahora en una universidad marcada por la paz social en sus 55 años de historia. La rectora, catedrática de lingüística inglesa, nada más perder (44,6% de los votos ponderados) en abril, escribió una primera carta en la que no desvelaba sus planes, pero alertaba del peligro: “Solo me queda desear que esta situación se resuelva de la mejor manera posible porque, como no me he cansado de repetir, es mucho lo que hay en juego”.

Javier Ortega, catedrático de Tecnología de las Comunicaciones, cuenta a este diario que ese 9 de abril identificó “que la comunidad buscaba una alternativa de gobierno” visto el “insuficiente apoyo” a la candidata. Y le confirmó esta sensación el hecho de “que mucha gente de muchas facultades” le animó a “asumir esa responsabilidad”. “Creo que la comunidad demandaba una alternativa, y le ha puesto nombre”, prosigue el candidato, autor de 350 artículos.

Mendikoetxea animó al sindicato CGT, sin representación en el campus, a presentar a su propio candidato, después de haberla acusado de un posicionamiento “ambiguo” en el cara a cara con el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, por la asfixia financiera a la que están sometidos los seis campus públicos. Sin embargo, sin la intervención de ella, no se entiende el acto de abril de 2024 de los rectores denunciando que no tienen para pagar los sueldos; el comunicado ese julio contrario a la futura ley de enseñanza superior, y otro en noviembre el que alertaban del riesgo de no poder ofrecer un servicio de calidad.

Solo el 48% de los 1.555 profesores titulares y catedráticos acudió a las urnas y el 59,3% respaldó a la rectora. Ahora se espera que en junio sean más los que voten por uno u otro, vista la singularidad del escenario. Por su parte, los estudiantes —más de 30.000 y poco habituados a votar— ya no tendrán clase ese 2 de junio. Hay también un millar de personal de administración y 2.200 científicos que no están en plantilla (profesores asociados, sustitutos o con contratos de una duración determinada). La plataforma UAM por la pública animó en abril al voto en blanco.

La rectora ha tenido este mes un perfil bajo, tratando con un círculo pequeño, pero no descuidando actos relatados en X. Para enorgullecerse de la construcción de un campus biomédico único junto al hospital La Paz, o de que sus graduados tengan la mejor media de notas en las pruebas MIR en los últimos nueve años de toda España.

Reclamaciones legítimas

“He escuchado reclamaciones legítimas, he tomado nota y voy a hacer cambios para atender algunas de las peticiones”, enfatiza Mendikoetxea en declaraciones a EL PAÍS, sin desvelar más. “He identificado los focos de malestar en los tres estamentos de la comunidad universitaria, voy a tomar medidas y dialogar para corregir posibles errores”.

Mendikoetxea, que antes fue vicerrectora de Relaciones Internacionales y vicedecana de Filosofía y Letras, lamenta no haber remarcado más los logros de su gestión: haber “enderezado la situación económica” (que sigue siendo complicada), haber “impulsado los procesos de estabilización y promoción más grandes de nuestra historia reciente” o la firma del acuerdo para establecer allí el Centro Nacional de Neurotecnología, Spain Neurotech, pionero en Europa.

Ortega, por su parte, incide en su “compromiso con la universidad pública” desde hace 40 años. Por eso no solo pide una mayor financiación al gobierno autonómico, sino que se valore más el papel que la Academia juega en la sociedad madrileña y española. Le preocupa recuperar “el pulso en investigación” y la vida social, cultural y deportiva que en su opinión se ha ido perdiendo, “la universidad no puede ser solo estudiar”. Remarca la necesidad de que las carreras científicas sean “previsibles” y que los PTGAS (personal de administración y servicios) tengan “una promoción clara y estable en diálogo con los agentes sociales”. Los sindicatos han sido el talón de Aquiles de Mendikoetxea.

El nuevo candidato dice contar con muchos apoyos de todos los colectivos (profesores, administración y estudiantes) y de todas las facultades, y aunque tiene perfilado parte de su equipo, está en pleno proceso de escucha para “atraer el mejor talento” antes de explicar a fondo su plan de gobierno de la UAM.

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