La repetición de curso ha vuelto a reducirse en la ESO, hasta el 6,8%, y en Bachillerato, hasta el 4,9%. Y aunque en Primaria ha repuntado levemente, hasta el 1,4%, se trata de un nivel casi inapreciable. Descontando el curso 2020-2021, cuando la pandemia llevó a flexibilizar de forma extraordinaria las reglas de promoción, se trata de los niveles más bajos de la historia en Secundaria obligatoria y postobligatoria. El dato confirma los efectos de la Lomloe, la ley educativa aprobada en 2020, que tuvo entre sus objetivos reducir una tasa que casi triplicaba la que tenía, en promedio, en el mundo desarrollado. Y continúa acercando a España (aunque lentamente, sobre todo en el caso de la ESO) a la órbita educativa de los países de su entorno, donde hace tiempo que la repetición dejó de usarse para castigar o seleccionar al alumnado, y se recurre a ella cuando se cree que ayudará a mejorar la trayectoria académica de los chavales.
La tasa de repetición del curso pasado ―que es el dato que el Ministerio de Educación ha publicado ahora― descendió un punto en Bachillerato, hasta el 4,9%, y dos décimas en la ESO, hasta el 6,8%. En Primaria subió tres décimas, después de haberse desplomado un año antes, pese a lo cual se situó en el 1,4%.
La mayor parte de las críticas contra los cambios legales que están reduciendo las repeticiones han procedido del PP y Vox. Los colegios concertados y los privados puros (sin subvencionar), apoyados tradicionalmente por dichos partidos, presentan, sin embargo, tasas de repetición mucho más bajas que la enseñanza pública, a pesar de que esta experimentó una mayor reducción el año pasado.
En Primaria, la tasa de repetición en la escuela pública se sitúa en el 1,6%; en la concertada, en el 0,9%, y en la privada sin subvencionar, en el 0,2%. En la ESO, la tasa en la pública es del 8,2% (medio punto menos que un año antes); en la concertada, del 4,2% (una décima más que el curso anterior), y en la privada, en el 1% (sin variaciones). En Bachillerato, la repetición en la pública está en el 5,9%, y en la privada (la estadística oficial no distingue en esta etapa entre concertada y privada pura), en el 2,4%.
Uno de los aspectos llamativos de los datos, señala Lucas Gortazar, director adjunto de EsadeEcPol, es que en la ESO el porcentaje de alumnado repetidor desciende entre segundo y cuarto curso, mientras que aumenta, y de forma clara, medio punto, en primero, hasta el 7,5%. Las causas pueden ser diversas, pero Gortazar no descarta que sea una consecuencia imprevista del gran descenso de la repetición de curso registrado en Primaria. Algunas investigaciones apuntan, de hecho, a que la repetición puede resultar más útil en todo caso, precisamente, en Primaria, y en particular en la primera mitad de la etapa.
Menor brecha de género
Sigue habiendo más chicos repetidores que chicas. Pero la diferencia entre ellos se ha estrechado con las nuevas reglas para promocionar. En el curso 2019-2020, la tasa de repetición de los alumnos en Bachillerato fue del 9,3%, y la de las alumnas, del 6,8%, mientras que el año pasado fue del 5,7% y el 4,1% respectivamente. En la ESO, en el mismo periodo, la tasa de los chicos ha descendido del 9,9% al 7%, y la de las chicas, del 7,8%, al 5,6%. Y en Primaria, la tasa en los niños ha pasado del 2,5% al 1,5%, y la de las niñas, del 2% al 1,2%.
La estadística del Ministerio de Educación no ofrece, de momento, datos disgregados de repetición entre estudiantes españoles y extranjeros. Pero sí por comunidades autónomas, que vuelven a reflejar diferencias significativas. Las tres comunidades con mayor tasa de repetición en primaria son Murcia (3,1%), Castilla-La Mancha (2,4%) y Aragón (2,3%). Y las tres que menos, Cataluña (0,3%), Asturias y Baleares (0,8% en ambas). En la ESO, entre las que más hacen repetir vuelven a estar Murcia y Castilla-La Mancha (8,9% en las dos), seguidas de la Comunidad Valenciana (8,8%). Y las que menos, Cataluña (2,6%); Asturias (4,1%), y País Vasco (4,8%). En Bachillerato, donde más se repite es en Baleares (6,4%), Murcia (6,3%), y Castilla-León (5,6%). Y donde menos, en el País Vasco (2,8%), Galicia (3,3%), y Aragón (3,3%).
La Lomloe no solo subrayó que la repetición debía convertirse en una medida excepcional (como ya habían hecho las anteriores leyes educativas), sino que introdujo medidas para que efectivamente ocurriera. Solo se puede repetir una vez en Primaria ―y solo al final de cada ciclo de la etapa, es decir, en los cursos pares, lo que genera una cadencia bianual que explica probablemente el pequeño repunte del año pasado―. Y dos veces en el conjunto de la enseñanza obligatoria.
Pasar de curso ha quedado, además, desvinculado del hecho de haber aprobado un número específico de asignaturas ―tradicionalmente se repetía con más de dos suspensos, aunque había varias excepciones―. La decisión corresponde ahora al conjunto del equipo docente, que debe valorar si la medida ayudará a los chavales a enderezar su trayectoria académica. Los datos apuntan a que no suele hacerlo. Repetir curso es uno de los mejores predictores del fracaso escolar y el abandono escolar temprano. Y, además resulta muy caro ―antes de la reforma, la repetición de curso costaba 1.500 millones de euros, según calculó Gortazar― y detrae recursos de medidas que resultan más efectivas para mejorar el rendimiento de los chavales, como las clases de repaso en grupos pequeños.
Normativas anuladas
Varias comunidades autónomas, como Madrid, Andalucía y Castilla-La Mancha aprobaron normativas que, según el Ministerio de Educación, desvirtuaban las nuevas reglas de promoción de curso, al establecer mayorías reforzadas para que los equipos docentes pudieran decidir que un estudiante pasara de curso con más de un determinado número de suspensos. Los tribunales superiores de justicia han ido, sin embargo, anulando dichas regulaciones autonómicas, al considerar que invadían la legislación básica.
Reducir la repetición, una medida que penaliza especialmente al alumnado desfavorecido ―según un cálculo de EsadeEcPol basado en los resultados del último Informe PISA, la mayor evaluación internacional, un alumno pobre con el mismo nivel en matemáticas y ciencias repite curso en España cuatro veces más que otro rico― puede considerarse un paso positivo. Pero es obvio que por sí solo no mejora el desempeño de los estudiantes que van mal. Los expertos advierten de que para ello se necesitan especialmente programas amplios, estables y gratuitos de refuerzo en los propios centros educativos. Como el que el Gobierno anunció a principios de 2024 con una dotación de 500 millones de euros, que Educación confiaba en poder doblar, y ha acabado poniéndose en marcha con menos de una quinta parte de los fondos inicialmente previstos debido a la falta de Presupuestos Generales del Estado.
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