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La Justicia condena al Servicio Andaluz de Salud a pagar 250.000 euros por diagnosticar y tratar un cáncer que no existía

“Aquí hay una buena y una mala noticia. La buena es que nunca has tenido ni tienes cáncer; la mala es que te hemos operado como si lo tuvieras, de forma radical, por lo que no sabemos si volverás a andar”. Estas palabras, pronunciadas por un médico del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla el 18 de enero de 2018, se han quedado marcadas de manera indeleble en la memoria de una sevillana que entonces tenía 39 años y que, después de una dura batalla legal, ha conseguido que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía le reconozca una indemnización de 250.000 euros por un diagnóstico de un sarcoma maligno erróneo y que no solo la ha dejado coja y necesitada de la ayuda de dos bastones para caminar y una discapacidad permanente, sino con un trastorno depresivo mayor crónico.

El TSJA ha estimado parcialmente el recurso presentado por la abogada de la asociación Defensora del Paciente, María Jesús Villapando, contra la sentencia dictada por un tribunal contencioso administrativo que consideró que el procedimiento seguido por el equipo médico había sido correcto y que el tratamiento experimental al que se había sometido la mujer había sido determinante en su curación y absolvía al Servicio Andaluz de Salud de cualquier responsabilidad. Ahora, los magistrados destacan “el daño desproporcionado” causado a la paciente con una intervención quirúrgica altamente mutilante que, de haberse confirmado que el tumo a operar era benigno, no se hubiera realizado –“la reserción practicada tuvo una amplitud notoriamente mayor que en la hipótesis de operar un tumor mixoide, produciendo en el cuerpo de la paciente daños (mutilación) de una magnitud superior a los razonablemente esperables para curar sus dolencias”, sentencia el tribunal-, y la falta de información suficiente a la denunciante que nunca fue informada de las dudas clínicas previas al tratamiento ni de la falta de evidencia concluyente sobre la malignidad del tumor, de acuerdo con el fallo.

La pesadilla de esta mujer comenzó el 7 de agosto de 2017, cunado ingresó en Urgencias del Virgen del Rocío por una hinchazón en el muslo. El 18 de ese mes la resonancia magnética de contraste concluyó que podría tratarse de un tumor y 10 días después, se le informa de que se trataba de un sarcoma, pese a no tener el informe patológico definitivo, y se le habla de un tratamiento experimental consistente en una mezcla de quimioterapia y radioterapia vinculado a un fármaco. Posteriormente se realizaron más estudios biológicos sin que ninguno resultara concluyente sobre la existencia de un sarcoma maligno. El 22 de septiembre de ese mismo año, sin pruebas que confirmaran un cáncer se le ofrece someterse a ese ensayo clínico experimental. El 12 de diciembre fue intervenida en una cirugía muy agresiva y sometida al tratamiento con quimio y radio “muy agresivo y mutilante”. “Jamás me informaron de las enormes dudas que planteó el caso”, denunció la paciente en su primera reclamación ante el SAS.

Esa falta de información sobre las dudas diagnósticas que ofrecía el caso por parte del equipo médico a la paciente es una de las razones que llevan al TSJA a estimar su recurso. “Se privó a la paciente de conocer esa falta de certeza diagnóstica teniendo legítimo derecho a ser informada”, señala el fallo, que advierte: “De haber conocido tales dudas diagnósticas, antes de permitir que le hicieran una intervención quirúrgica mutilante, hubiese pedido un segundo estudio molecular de la pieza extirpada en la segunda biopsia, que habría descubierto el error del diagnóstico”.

“La sentencia hace mucho hincapié en el derecho a la información porque la decisión que podría haber tomado podría haber sido completamente diferente”, indica Villapando. La letrada también llama la atención sobre el daño desproporcionado causado a su cliente, que es otro de los principales argumentos en los que se apoya el fallo del alto tribunal andaluz. “Lo que cuestiona la sala es la desproporción del daño”, indican los magistrados. “Los tratamientos quirúrgicos de los tumores malignos y benignos son radicalmente distintos. En un diagnóstico de maligno se extirpa además del tumor, el músculo y los nervios, quitándose toda la estructura que mantiene la pierna. Y en el benigno, la musculatura y nervios se mantiene y tan solo se quita la masa tumoral”, describió una de las médicos que declararon como testigos en el juicio para explicar la diferencia entre operar un tumor cancerígeno y otro que no lo es.

En la sentencia también queda acreditado, tal y como reconocieron los propios responsables del ensayo clínico experimental al que se sometió la denunciante, que ese tratamiento no había “obrado el milagro de convertir una masa tumoral maligna en benigna”, según indican los jueces en su fallo. “Pregunté si era posible que el cáncer hubiera desaparecido por el supermedicamento o por el ensayo, a lo que el propio Hospital me dijo que no se conocía ningún caso en el mundo y que esto era imposible”, relató la paciente en su primera reclamación ante el centro hospitalario.

La rapidez con la que el equipo médico decidió someter a esta mujer a ese tratamiento es uno de los motivos que ha llevado a la Defensora del Paciente a demandar al SAS que abra una investigación sobre las circunstancias que rodearon el ensayo clínico aplicado. “Vamos a trasladar el caso a la Inspección de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, con el objetivo de obtener respuestas a interrogantes que desde el inicio han sido silenciados. Hay que determinar si en esa época hubo un incremento de casos de sarcoma diagnosticados Estamos ante un caso extremadamente grave, rodeado de elementos contradictorios que exigen una respuesta clara, valiente y responsable por parte de las autoridades sanitarias”, indica su presidenta, Carmen Flores. Tanto ella como Villapando llaman la atención sobre el hecho de que ese ensayo fuera abandonado y que, en la época en la que se constató el error de diagnóstico de su defendida, abandonaran la unidad de sarcoma del Virgen del Rocío, una pérdida que fue muy polémica en su momento.

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