La fase de clasificación para la Copa Mundial de Fútbol de 2026 ha comenzado, y entre las selecciones que aspiran a un puesto está Israel. Su participación en competiciones internacionales genera controversia en un contexto donde el gobierno de Benjamin Netanyahu ha roto el alto el fuego en Gaza, causando cientos de muertes y dejando a miles más sin ayuda humanitaria. Además, el gobierno israelí mantiene un sistema de apartheid contra la población palestina y ocupa ilegalmente territorio palestino desde 1967.
No solo el Estado de Israel ha sido señalado por crímenes de guerra y lesa humanidad, sino que la Federación Israelí de Fútbol (IFA) también es responsable de violaciones de derechos humanos. ¿Cómo? Permitiendo la participación en ligas israelíes de clubes ubicados en asentamientos ilegales de Cisjordania, algo que va en contra de los Estatutos de la FIFA y que exige una respuesta contundente por parte del organismo rector del fútbol mundial.
Actualmente, hasta seis clubes juegan y entrenan en asentamientos israelíes en Cisjordania: Maccabi Ariel, Ironi Ariel, Beitar Givat Ze’ev, Beitar Ma’aleh Adumim, Hapoel Oranit y Hapoel Bik’at Hayarden. Otros dos, Ironi Elitzur Yehuda y Hapoel Yerushalayim, juegan en Israel pero están registrados en asentamientos. Desde hace años, Amnistía Internacional y otras organizaciones han denunciado que la IFA permite que estos clubes, asentados en territorios ocupados ilegalmente, participen en ligas oficiales.
En 2024, la Corte Internacional de Justicia confirmó que la ocupación israelí es ilegal y que los Estados y organizaciones internacionales tienen la obligación de no contribuir a su mantenimiento. Además, el derecho internacional humanitario prohíbe expresamente que una potencia ocupante traslade parte de su población civil a territorios ocupados. La existencia de estos clubes y su participación en competiciones israelíes fomentan la consolidación de estos asentamientos ilegales y consecuentemente, del sistema de apartheid israelí.
A nivel deportivo, los Estatutos de la FIFA estipulan que las federaciones miembros no pueden organizar partidos en el territorio de otra federación sin su consentimiento. Sin embargo, estos seis equipos juegan en los asentamientos sin la aprobación de la Federación Palestina de Fútbol, lo que representa una violación clara de las normas de la FIFA. En 2015, la FIFA ya fue alertada de esta situación, pero ignoró el informe de su propia comisión de seguimiento, un informe que recomendaba su expulsión. En 2017, el organismo decidió “no adoptar una postura” sobre el tema, alegando que la situación era demasiado compleja.
Esta postura es insostenible. La FIFA tiene una política de derechos humanos y está obligada a adherirse a normas internacionales. Su inacción la convierte en cómplice de las violaciones del derecho internacional en el Territorio Palestino Ocupado. Además, sigue financiando a la IFA a través del programa Forward, del cual ha recibido 15,9 millones de dólares desde 2016. Estos fondos podrían estar beneficiando, directa o indirectamente, a los clubes de los asentamientos ilegales.
La FIFA debe exigir que la IFA excluya a estos clubes de sus ligas. Si Israel se niega, la FIFA debería suspender su financiamiento y considerar su expulsión de la organización. Y no sería la primera vez. En 2014, tras la anexión ilegal de Crimea, tanto FIFA como UEFA prohibieron a Rusia incluir equipos crimeos en sus ligas. Posteriormente, en 2022, tras la agresión en Ucrania, Rusia fue suspendida de competiciones internacionales. Si nos remontamos más lejos, en 1976, Sudáfrica fue suspendida debido a su política de apartheid.
Amnistía Internacional no tiene pruebas de que la IFA esté directamente involucrada en crímenes de guerra o en el genocidio en Gaza. Sin embargo, en lo que respecta a los clubes en asentamientos ilegales, la FIFA tiene mecanismos para actuar. Antes de una suspensión total, cabe la posibilidad de aplicar sanciones progresivas, como la suspensión de financiamiento o la prohibición de que Israel organice partidos internacionales.
Por su parte, la afición no ha permanecido ajena a la situación en Gaza y así lo ha hecho saber en estadios de toda Europa, incluso enfrentándose a duras sanciones. La campaña “Sácale tarjeta roja a Israel” exige a la UEFA expulse a los clubes israelíes de sus torneos, así como a su selección nacional. Recientemente, en la eliminatoria de Champions entre el Celtic y el Bayern de Múnich, la grada de Celtic Park se llenó de banderas palestinas en apoyo a esta campaña. No olvidemos que Israel también participa en competiciones de la UEFA y recibe fondos del programa HatTrick, por lo que debería exigir la exclusión de los equipos ubicados en asentamientos ilegales.
El fútbol no puede ser utilizado como una herramienta de normalización de la ocupación y el apartheid. La FIFA no puede permitirse ser cómplice de esta realidad y debe hacer cumplir sus propios principios: demostrar que sus valores de respeto y equidad no son solo palabras vacías. La historia juzgará su decisión.
Esteban Beltrán es director de Amnistía Internacional en España.
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