El infierno que desde hace 19 meses vive la población de Gaza sigue un guion que estos días se repite de nuevo: bombardeos contra edificios de viviendas -o sus ruinas-, escuelas, hospitales, tiendas de campaña y palestinos que huyen por la calle; órdenes de desalojo masivas y, como colofón, los tanques israelíes que, este viernes, entraron por tierra en la Franja. Este sábado de madrugada, el ejército de Israel ha confirmado que los ataques que han matado a más de 350 personas desde el martes tienen como objetivo “lograr control operativo” de nuevas zonas de la Franja. Son el preludio —los “preparativos”, dice el comunicado— “para expandir las operaciones militares” en el territorio palestino ocupado. Es decir, para una invasión terrestre ampliada que asegure a Israel el control sobre nuevas zonas de Gaza. Mientras, en una nueva noche de ataques, el ejército israelí ha matado este sábado al menos a 58 personas, según fuentes sanitarias de la Franja.
El anuncio, divulgado en la cuenta de Telegram del ejército, asegura que, este viernes, “las Fuerzas de Defensa de Israel [el ejército israelí] comenzaron a ejecutar ataques extensivos y a movilizar tropas para lograr el control operativo en zonas de la Franja de Gaza, como parte de los preparativos para ampliar las operaciones y cumplir los objetivos de la guerra”. Esos objetivos son, recoge el comunicado, “la liberación de rehenes y el desmantelamiento de la organización terrorista Hamás”. La nota afirma también que las tropas “seguirán operando para proteger a los civiles israelíes”.
La mayoría de los al menos 300 gazatíes que han perecido bajo las bombas israelíes en los tres últimos días —100 de ellos este viernes— eran precisamente civiles, pero civiles palestinos: mujeres y niños. Al mismo tiempo que Israel recrudecía sus ataques desde el martes, Donald Trump, el presidente del principal proveedor de bombas a Israel y su más férreo valedor, Estados Unidos, efectuaba un viaje oficial por Oriente Próximo. Sin escala en territorio israelí.
El viernes, horas antes de Trump abandonara Emiratos Árabes Unidos, los tanques israelíes empezaron a avanzar en tres puntos del área septentrional de Gaza: el este de Yabalia, el norte de Beit Lahia y una tercera zona en el noroeste de la Franja. Esas dos localidades, Yabalia —especialmente su campo de refugiados— y Beit Lahia concentraron buena parte de los bombardeos, que también golpearon otras zonas de la Franja.
Cuatro de esos tanques rodearon y atacaron una escuela en Beit Lahia, convertida en refugio para decenas de familias desplazadas, informaron fuentes locales a Efe.
Cuando los muertos superaban el centenar, según la Defensa Civil del territorio, bien entrada la tarde del viernes, el ejército israelí empezó a lanzar octavillas sobre varios vecindarios de Beit Lahia, dos escuelas que albergaban a desplazados y un sector del campo de refugiados de Yabalia.
“A todos los presentes en esta zona, esté usted en un refugio, una tienda de campaña o un edificio, se encuentra en una peligrosa zona de combate, por lo que corre riesgo su seguridad”, rezaba un texto que terminaba sentenciando a esos habitantes a seguir de nuevo uno de los pasos del guion israelí en Gaza: la enésima orden de desalojo. “Diríjanse inmediatamente al sur”, decía el texto en árabe.
Este sábado, fuentes palestinas han informado de nuevos ataques en el norte de Gaza, que han golpeado, entre otros objetivos en esas dos localidades, dos hospitales, el Hospital Indonesio de Beit Lahia y el Hospital Al Awda, en Yabalia.
“Desde medianoche, hemos recibido a 58 mártires [fallecidos], mientras que un gran número de víctimas permanecen bajo los escombros. La situación dentro del hospital es catastrófica”, ha declarado Marwan al Sultan, director del Hospital Indonesio.
“Ocupar Gaza”
La nueva operación militar que confirma el comunicado militar es la que el gabinete de seguridad israelí anunció el pasado día 5 para expandir progresivamente la ofensiva en Gaza hasta conquistarla y ocupar nuevos territorios. Sin vuelta atrás. El ultraderechista ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, dijo entonces: “Estamos ocupando Gaza para quedarnos”. Esta nueva invasión tiene, como es costumbre en Israel, un nombre de resonancia bíblica: Los carros de Gedeón.
Según publica el diario israelí Haaretz este sábado, el ejército israelí ha descrito también los bombardeos de los últimos días en Gaza como “un aumento de la presión en el marco de las negociaciones para un acuerdo de liberación de los rehenes”. Esas fuentes castrenses advirtieron de que, si no había avances en esas negociaciones, la intención de Israel era lanzar definitivamente la operación en los próximos días.
Las negociaciones a las que aluden estas fuentes son las que transcurren desde el martes en Doha entre Israel y Hamás para tratar de alcanzar un alto el fuego. Sin embargo, el mandato de la delegación enviada a la capital catarí por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, es tan limitado que la posibilidad de un acuerdo se antoja remota. Netanyahu ha reiterado esta semana que incluso si Hamás liberara a los 58 rehenes aún en su poder de los 251 que tomó el 7 de octubre de 2023, no piensa detener la guerra hasta lograr una “victoria total” sobre el movimiento islamista palestino.
El Ejecutivo israelí, el más derechista de la historia del país, insiste en negociar solo la entrega de rehenes por parte de Hamás a cambio de una tregua de 45 días que, en ningún caso, según ha reiterado, abriría la puerta a la paz ni a la retirada de sus tropas de la Franja, como reclama el movimiento palestino.
Este viernes, Hamás acusó al primer ministro israelí de “seguir cometiendo un genocidio” en Gaza por “la creciente masacre de la ocupación [como suele referirse a Israel] contra civiles”, según recoge un comunicado difundido por el grupo en su canal de Telegram.
Los bombardeos israelíes que han golpeado Gaza desde el martes han añadido mientras tanto al menos 350 nombres a una lista de muertos de las autoridades sanitarias de la Franja que asciende ya a más de 53.100. Los ataques de esta semana han convertido los últimos días en los más mortíferos desde que Israel rompiera unilateralmente el último alto el fuego el 18 de marzo, precisamente para no tener que negociar esa retirada de sus tropas ni la paz en Gaza. Ello a pesar de que esa segunda fase de la tregua que se negó a discutir, implicaba la liberación de los rehenes que siguen en el territorio palestino.
Antes, el 2 de marzo, el Gobierno había decretado un bloqueo total de la entrada de ayuda humanitaria en el enclave. Desde hace más de dos meses y medio, en Gaza no entra ni la comida, ni las medicinas ni el combustible, entre otros suministros clave, lo que ha dejado a su población, que ahora se calcula en 2,1 millones de personas, al borde del hambre absoluta.
Un plan militarizado
De forma paralela a los planes para lanzar Los Carros de Gedeón, Israel y Estados Unidos continúan defendiendo un polémico plan para militarizar la ayuda humanitaria, cuyo paso previo es el desplazamiento por la fuerza militar a casi todos los gazatíes hasta el sur de la ciudad de Jan Yunis.
Según ese proyecto, los soldados israelíes controlarán con datos biométricos a los palestinos que se acerquen a cuatro puntos de distribución de ayuda establecidos por una turbia organización privada, la Gaza Humanitarian Foundation, creada a propósito con ese fin y que ya ha anunciado que empezará a trabajar en la Franja a finales de este mes. Esa organización repartirá un mínimo de ayuda bajo la supervisión del ejército israelí y de contratistas privados de seguridad de EE UU; es decir, de mercenarios.
Tanto la ONU como las ONG se han opuesto rotundamente a ese proyecto y que solo recoge la entrada en Gaza de 60 camiones con alimentos al día, el 10% de los que penetraron en el territorio durante la tregua. Esa cantidad era claramente insuficiente entonces y lo es, si cabe, más ahora para la diezmada y hambrienta población de Gaza. Según la Organización Mundial de la Salud, al menos 57 niños han muerto en el enclave por desnutrición desde la ruptura de la tregua.
La cadena británica BBC publicó el jueves imágenes por satélite que muestran que ya se están construyendo los puntos de distribución que prevé Israel para repartir esa ayuda que, además, se calcula que solo llegará a 1,2 millones de los 2,1 millones de palestinos de Gaza.
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