Javier Otazu |
Nueva York (EFE).- La escritora chilena Isabel Allende presentó este martes en una sala de Nueva York su última novela ‘Mi nombre es Emilia del Valle’ ante un público entregado, en un acto en que reivindicó su carácter latinoamericano y feminista.
Pese a que se escribió originalmente en español, la novela salió a la venta hoy en su versión en inglés para Estados Unidos, mientras que habrá que esperar al 20 de mayo para tenerla disponible en su versión original en España y Latinoamérica.
A sus 82 años, Isabel Allende mostró una vitalidad envidiable y un agudo sentido del humor ante un auditorio en una sala del Upper West neoyorquino compuesto mayoritariamente por mujeres que celebraron con risas y aplausos sus reflexiones espontáneas (en inglés) sobre la literatura, la vida, la política o el sexo, mostrando en todo momento una libertad de tono muy aplaudida.
‘Mi nombre es Emilia del Valle’ cuenta la historia de una joven hija de una exmonja irlandesa y un aristócrata chileno que desaparece siendo ella niña. A sus 19 años, Emilia viaja desde California hasta Chile para cubrir como periodista la guerra civil de fines del XIX y seguir el rastro de su padre, en un viaje que le permite reencontrarse consigo misma.
Llamadas a ‘la resistencia’ política en EE. UU.
Aunque incluía la lectura pública de un extracto de la novela, el acto consistió en un diálogo distendido de una moderadora con una Isabel Allende que no rehuyó ningún tema, ni siquiera el momento político crucial que vive Estados Unidos, un país en el que ella reside desde 1988 y del que es ciudadana desde 2003.
Allende, reconocida simpatizante demócrata, no nombró a Donald Trump, pero recordó que «la democracia, como la salud, solo se valora cuando se pierde», y dijo que en este momento se siente «conmocionada, pero sin miedo».
En este sentido, reivindicó la idea de la «resistencia» (palabra que repitió varias veces), una actitud que muestran quienes trabajan por los migrantes y refugiados, y por los derechos reproductivos ahora atacados por el gobierno de Washington. Lo importante, dijo, es permanecer «conectados con los demás, compartir el estrés, el miedo, pero también las alegrías».
Carácter latino
Reconoció que hay un individualismo en la sociedad estadounidense que hace sentirse a las personas muy solas -puso como ejemplo los miles de familias que solo se encuentran una vez al año, para celebrar Acción de Gracias-, y contrapuso a esto la idea «clánica» que aún no se ha perdido en las sociedades latinoamericanas.
La autora que pasa por ser la más leída y vendida en lengua española -y que ha escrito todas sus obras de ficción en castellano, aunque esté traducida a más de 40 lenguas- reivindicó así su carácter latino: «Me siento tan cerca de un puertorriqueño como de un chileno. Los conquistadores españoles nos quitaron todo, pero nos dejaron la lengua. Yo ahora me siento conectada con cualquier persona en Latinoamérica», exclamó.
En cuanto al proceso creativo, dijo que para escribir necesita tres cosas, «tiempo, soledad, y silencio», y confesó que casi no escucha música porque la distrae en la tarea de escribir; además, dijo que la vinculación con una obra la pierde «a los 25 minutos de su publicación», y ya está pensando en la siguiente. Al respecto, bromeó con la anécdota de un traductor rumano que le consultó sobre una obra escrita hace siete años y dijo: «no sabía ni de qué me hablaba».
Isabel Allende, espontáneamente feminista
Pero lo que más aplausos cosechó entre el auditorio fueron sus referencias al feminismo, de tono totalmente espontáneo y «sin filtros», como dijo la moderadora. Por ejemplo, cuando recordó a una madre que encadenaba trabajos para sacar adelante a sus hijos tras el abandono de su marido y que con solo seis años la pequeña Isabel ya sintió, sin siquiera entenderlo, que una mujer «cuando depende, obedece».
También cuando recordó su llegada al mundo de la literatura: la famosa agente española Carmen Balcells -que labró la carrera de Vargas Llosa o García Márquez- le dijo tras publicar ‘La casa de los espíritus’ (la obra que la consagró) que todo en su carrera le iba a costar «el doble que a un hombre, solo por ser mujer».
Y finalmente celebró el auge de las autoras de ficción, aunque no le cabe ninguna duda: tiene que ver con un fenómeno de mercado desde que las editoriales vieron que son las mujeres las que más consumen ficción en literatura, proclamó.
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