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Flick, tras la eliminación del Barça en Champions: “Estoy decepcionado, pero no con mis jugadores”

“Estoy decepcionado”, se arrancó Hansi Flick, tras el espectacular partido frente al Inter, cruel para la parroquia azulgrana en Milán. “Pero”, aclaró el técnico; “no con los jugadores y su actuación. Lo intentaron todo y es como es. Algunas decisiones del árbitro no fueron a nuestro favor, pero tenemos que aceptarlo”. “Todos sabemos lo que pasó la última vez que jugamos aquí”, se sumó Eric García, en referencia a la semifinal frente al Inter de Mourinho en 2010. Flick, en cambio, quería poner otro tema en el escaparate: “No sería justo con mi equipo hablar del árbitro. Aprenderemos. Es una progresión. Queremos seguir aprendiendo. La temporada que viene estaremos de vuelta”. Estará, por supuesto, Lamine.

Cuando en San Siro la voz del estadio nombraba a los jugadores del Barça, la hinchada del Inter lo acompañaba con una sonora pitada, nunca tan fuerte como cuando se pronunció el nombre de Lamine Yamal. El delantero de 17 años dice no tener miedo —“Lo dejé en el parque de Mataró”, subrayó en la previa—; sin embargo, sí lo infunde en las aficiones de Europa, por supuesto también en las estrategias de los rivales. “El niño no parece propenso a tener miedo. De hecho, entre la Eurocopa, la Champions y los desafíos con el Real Madrid, ya ha demostrado que tiene personalidad de campeón: cuanto más importante es la cita, más alto llega el nivel”, razonó Fabio Capello. Un talento que Inzaghi sabía que tenía que controlar: Lamine no podía volver a romper una y otra vez a la zaga del Inter.

A Lamine Yamal, en cualquier caso, no le inquietaba la furia de la afición del Inter, mucho menos la estrategia defensiva de Inzaghi. “¿Si me marcan dos o tres jugadores?”, había comentado junto a sus amigos antes de viajar a Milán; “no pasa nada, siempre me marcan dos o tres”. Ocurrió en San Siro que Lamine no se dejó atrapar, ni siquiera en la jaula que le había diseñado el técnico del Inter. “Si dos jugadores de ellos están con Lamine, alguno de nosotros va a estar libre”, se había relamido Dani Olmo en la previa.

Con Lamine Yamal encendido, la preocupación de Flick se posaba en el jeroglífico de su defensa. Después de meditar con su cuerpo técnico la mejor combinación para defender a Lautaro Martínez y Thuram, el preparador alemán decidió no arriesgar. “Cuba e Iñigo juegan en el centro y lo están haciendo increíble”, anunció Flick su apuesta para saltar al campo en San Siro. De los 56 partidos que había disputado el Barcelona en la temporada, 34 los habían jugado juntos Cubarsí e Iñigo Martínez. En el encuentro 57, justo cuando el Barça se jugaba el billete a la final de la Champions después de 10 temporadas, el alemán no tenía pensado improvisar. Tampoco en las alas de la defensa: Eric y Gerard Martín.

Hansi Flick, en cambio, sí tocó las jugadas de estrategia. Después de encajar dos goles de córner en la ida, el Barcelona pasó a defender el balón parado con cinco jugadores al hombre y otros cinco en zona. “No estoy preocupado con el balón parado, hemos adaptado algunas cosas y lo haremos mejor”, había advertido Flick. Y no se equivocó. El Barcelona no sufrió en las jugadas de estrategia del Inter, tampoco con sus dos laterales improvisados frente a las bajas de Koundé y Balde.

Otro acierto de Flick. Los dos laterales, que parecían atados a tareas exclusivamente defensivas y sin demasiado brillo en ataque, propiciaron el despertar del Barcelona en Milán. Eric García firmó el 2-1, mientras que Olmo anotó el 2-2. En ambas dianas, el asistente fue Gerard Martín. Raphinha se sumó a la remontada. El Inter, sin embargo, volvió a resucitar. “Creo que el fútbol ha sido muy cruel con nosotros. Hemos empezado otra vez con 2-0 ellos delante. El carácter de este equipo es increíble”, subrayó Eric.

La moneda esta vez cayó cruz para el Barça. Tras ocho remontadas en la temporada, en San Siro, cuando Raphinha había amagado con gritar la novena, el palo y Sommer silenciaron a Lamine Yamal. El Inter, también irreductible, se recuperó en la prórroga. “Quiero felicitar al Inter, le deseó suerte en Múnich”, cerró la comparecencia en Milán el técnico.

No especuló Flick en la zaga, ni Lamine se dejó enjaular. Pero no le alcanzó: ni al Barça ni a Lamine. Quedó, eso sí, el sabor agridulce de un equipo que no se esconde ni se entrega, hecho a la medida de un chico de 17 años que no tiene ni siente el miedo.

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