La presión del presidente estadounidense, Donald Trump, para que Ucrania acepte una propuesta para acabar con la guerra que tiene la huella de Moscú en prácticamente todos sus puntos no solo angustia a Kiev. También en Bruselas se analiza con inquietud la actitud de Washington, que en sus esfuerzos por lograr una salida a la guerra que se prolonga ya más de tres años, insiste en ignorar a una Unión Europea a la que ya ha dejado claro que desprecia.
Mientras siguen reclamando su sitio en las negociaciones, los Veintisiete buscan cómo apuntalar política y militarmente la posición ucrania para que llegue “fuerte” a cualquier mesa de negociación.
En este camino, Bruselas sabe que camina por una línea muy fina: consciente de que Washington parece buscar cualquier excusa para alejarse de unas negociaciones que Trump había prometido resolver “en 24 horas”, el bloque europeo intenta no agitar aún más al impredecible Trump. La UE no quiere que Estados Unidos se desentienda del todo de un conflicto en el que la ayuda norteamericana ha sido imprescindible. Pero tampoco puede abandonar el apoyo a Kiev y a unos principios fundamentales del derecho internacional.
Porque el problema es que la exigencia estadounidense de que Ucrania acepte un plan que supone que un país europeo agredido pierda territorio ocupado por la fuerza militar por primera vez desde la II Guerra Mundial, tiene implicaciones más allá de las fronteras ucranias. La integridad territorial, consagrada en la Carta de Naciones Unidas, es un principio cuyo respeto internacional, sobre todo de las grandes potencias, resulta fundamental para evitar precisamente que gigantes militares como Rusia —o China— puedan ceder a la tentación de ampliar sus territorios por la fuerza. Y eso afecta a Europa, pero también —visto el apetito del Kremlin— a otros países centroasiáticos en la esfera de interés rusa. Además, podría poner en cuestión muchos otros conflictos en otros continentes que se mantienen en un precario statu quo solo gracias al respeto de este principio que Washington ignora ahora.
“Crimea es Ucrania”, ha subrayado la Comisión Europea en las últimas horas, en las que también ha reiterado que, para los Veintisiete, “mantener la independencia, la integridad territorial y la soberanía de Ucrania es crucial”. Es, además, un principio consagrado en la posición de la OTAN de la que son miembros la mayoría de los países de la UE y el propio EE UU: “Los aliados no reconocen y nunca reconocerán las anexiones ilegales e ilegítimas de Rusia, incluida la anexión de Crimea”, recoge la Alianza Atlántica en su posición sobre Ucrania.
“La guerra de agresión ilegal y no provocada de Rusia contra Ucrania es un ataque directo contra la paz, la seguridad y los propios principios sobre los que se fundó Naciones Unidas”, recordó la alta representante para Política Exterior, Kaja Kallas, en una declaración por el Día internacional del multilateralismo y la diplomacia para la paz. “Esta guerra pone de relieve que el imperio de la ley nunca debe ser sustituido por el imperio de la fuerza. En muchos otros conflictos que asuelan Oriente Medio, Sudán, Yemen, la República Democrática del Congo y otros lugares, las partes beligerantes deben recordar que incluso las guerras tienen reglas”, subrayó.
Con el último ataque ruso contra Ucrania, el más letal sufrido por Kiev desde el verano pasado, los Veintisiete ven además confirmados sus temores de que Rusia no busca un acuerdo de paz, sino solo alargar los tiempos para reforzar su posición ante futuras negociaciones.
“Mientras asegura buscar la paz, Rusia ha lanzado un mortal ataque con misiles contra Kiev. Esto no es buscar la paz, es burlarse de ella”, sostuvo Kallas en las redes sociales. Un mensaje en el que, indirectamente, rechazó también las nuevas recriminaciones de Trump al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, por no aceptar el plan que propone Washington. “El verdadero obstáculo no es Ucrania, sino Rusia, cuyos objetivos de la guerra no han cambiado” afirmó desde Moldavia, otro país en la mira de Moscú.
“Rusia debe aceptar el alto el fuego total ofrecido por Ucrania de forma inmediata e incondicional”, reclamó el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, al condenar el último ataque ruso en Ucrania. “Mientras Rusia está ocupada eligiendo lo que quiere para un alto el fuego, sigue atacando ciudades ucranias”, denunció el presidente lituano, Gitanas Nauseda, que aseguró que su país apoyará a Ucrania “hasta la victoria final”.
Su par francés, Emmanuel Macron, también ha dicho que no se puede esperar que Zelenski acepte los términos del alto el fuego que se están negociando entre EE UU, Rusia y Ucrania mientras Kiev, la capital del país, está siendo bombardeada. Y ha instado al presidente ruso, Vladímir Putin, a “dejar de mentir”. En línea con Bruselas, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores galo, Christophe Lemoine, añadió: “El principio de la integridad territorial de Ucrania no es un punto que se pueda negociar”.
Macron, al igual que la mayoría de los líderes europeos y los máximos representantes de la UE, coincidirán este sábado en Roma con Trump, en ocasión del funeral del papa Francisco. También ha confirmado su presencia Zelenski. Aunque nadie ha querido por el momento confirmar una reunión con el estadounidense, en Bruselas tampoco se cierra la puerta a una eventual “oportunidad” de encuentro en los márgenes, en momentos en que cualquier esfuerzo puede ser decisivo.
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