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El ultra Simion intenta seducir a la minoría húngara, decisiva en las elecciones del domingo en Rumania

La internacional nacionalpopulista que intenta construir el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, se ha topado con un obstáculo: el nacionalismo del vecino de al lado, Rumania. El ultra George Simion, que ganó la primera vuelta de las elecciones el 4 de mayo y puede convertirse en el próximo presidente de Rumania si gana la segunda vuelta este domingo, sería en teoría un gran aliado para los planes soberanistas húngaros en Bruselas. Así lo manifestó el propio Orbán el viernes pasado. Pero los comentarios de este —que Simion aprovecha, a su vez, para intentar seducir a la minoría húngara de Rumania en el tramo final de la campaña— han generado un terremoto político en Hungría: la oposición ve en ese gesto de Orbán una “traición” a esa comunidad de alrededor de 1,2 millones de personas.

“No apoyaremos ninguna forma de aislamiento político contra Rumanía o sus dirigentes. Los rumanos pueden contar con los húngaros en su lucha por la cristiandad y la soberanía”, afirmó Orbán el viernes. El primer ministro ultraconservador dirigió sus palabras al “futuro presidente” de Rumania, sin nombrarlo. No fue un aval expreso, pero sí un espaldarazo, anticipándose al probable rechazo que una victoria del candidato ultra puede generar en la UE.

Según el analista András Bíró-Nagy, director del centro de análisis Policy Solutions, Orbán antepuso así “la agenda soberanista a los intereses de la comunidad étnica húngara”. El comentario amistoso de Orbán ha generado “una enorme indignación en Hungría”, añade.

Simion y su adversario, el centrista Nicusor Dan, alcalde de Bucarest, llegan a la segunda vuelta del 18 de mayo empatados en intención de voto, según las últimas encuestas. La minoría húngara —cuyo partido, la Unión Democrática Magiar de Rumania (UDMR), suele obtener entre el 5% y el 6% de los votos— puede ser, por tanto, decisiva en el desempate. Zsuzsanna Végh, analista húngara del German Marshall Fund, considera que la UDMR “tiene un papel crucial” en estos comicios.

“La minoría húngara de Rumanía suele votar en bloque. Tiene una fuerte representación partidaria en la UDMR, que ha actuado habitualmente como llave de gobierno en las coaliciones gubernamentales rumanas”, añade Végh. La organización forma parte del Gobierno saliente —junto al Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Nacional Liberal (PNL)— con dos ministerios: Desarrollo y Finanzas. El intento de Simion de seducirles está siendo, de momento, más que fallido.

Cuando todavía era un desconocido aspirante al Parlamento Europeo, en 2019, Simion empezó a hacer ruido y salir en los medios a costa de sus ataques a la minoría húngara. Esa comunidad de 1,2 millones de personas representa alrededor del 6,1% de la población de Rumania y se concentra principalmente en Transilvania, un territorio que era húngaro antes del tratado de Trianón, de 1920.

Aquel acuerdo tras la I Guerra Mundial impuso fronteras más reducidas a Hungría, que todavía no ha superado la pérdida territorial. Y dejó comunidades húngaras esparcidas en países como Eslovaquia, Ucrania y Rumania. El ultranacionalista Orbán ha defendido siempre sus derechos y les ha otorgado la doble nacionalidad y el derecho a voto en las elecciones húngaras. A cambio, desde 2014 ha obtenido el respaldo masivo de estos votantes a Fidesz, su partido, con el 90% de apoyos, como recuerda Bíró-Nagy.

Consciente de que Orbán es el político más popular entre este sector de la población rumana, Simion ha reconfigurado radicalmente su estrategia electoral, aparcando esa virulenta retórica nacionalista que dirigió durante años contra los húngaros étnicos de Rumania. La metamorfosis del líder de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR) ha sorprendido tras sus repetidos ataques contra los símbolos de identidad de la comunidad húngara y de la UDMR.

Simion elogia ahora a los dirigentes de UDMR, calificándolo como “el único partido serio en la coalición de Gobierno” y “un socio político serio con un liderazgo profesional”. En un debate electoral en la cadena de televisión Euronews Romania la semana pasada, el líder ultranacionalista declaró que quiere seguir los pasos de Orbán, y que muchas de las posiciones del dirigente húngaro “se convertirán en política estatal en Rumania”, en un claro llamamiento a estos votantes.

“Es el momento de una Europa de las naciones, una Europa cristiana en la que lucharemos por nuestro derecho a ser ciudadanos europeos”, prosiguió Simion. Su equipo ha incorporado el mensaje de Orbán en vídeo del viernes pasado como un gran activo en su campaña.

Rechazo frontal de los húngaros

La UDMR, sin embargo, no perdona ni olvida los embates de Simion en el pasado. Tienen especialmente presente un incidente en 2019 en un cementerio de soldados húngaros caídos en la I Guerra Mundial, cuando el actual candidato presidencial protagonizó un tenso choque con ciudadanos húngaros que trataban de proteger el camposanto ante los nacionalistas rumanos.

El presidente de UDMR, Kelemen Hunor, ha rechazado de manera firme el intento de Simion de presentarse ahora como aliado de los húngaros, y ha afirmado en un mensaje de vídeo que este “no es amigo de los húngaros y nunca lo será”. Hunor recordó sus actitudes hostiles hacia el idioma, los símbolos y los derechos de la comunidad húngara en Rumania, y le tachó de “charlatán” y “antimagiar”.

En Hungría ha sorprendido el apoyo implícito de Orbán a George Simion, una figura que, pese a su simpatía común por el movimiento MAGA (Make America Great Again, Hagamos de nuevo grande a América, el lema trumpista) del presidente estadounidense Donald Trump, nunca ha mantenido buenas relaciones con el partido del dirigente húngaro. De hecho, uno de los motivos que alegó Fidesz para rechazar formar parte del grupo euroescéptico de los Conservadores y Reformistas Europeos (ERC) en el Parlamento Europeo fue la inclusión de AUR.

Tras el mensaje de Orbán y el rechazo frontal de la UDMR —que hace campaña activamente a favor de Nicusor Dan y contra Simion—, el primer ministro húngaro tuvo que matizar. Al día siguiente compartió en Facebook que había tenido una conversación con Hunor. “Lo dejé claro: Hungría no quiere interferir de ninguna manera en las elecciones presidenciales en Rumania”, dijo.

Esta suerte de rectificación de Orbán llega demasiado tarde. “El daño ya está hecho también en la política interna”, considera Bíró-Nagy. Péter Magyar, rival de Orbán que ya le adelanta en las encuestas, ha aprovechado la ocasión para salir a la conquista de la minoría húngara de cara a las próximas elecciones, previstas para 2026. Este miércoles, Magyar ha iniciado una marcha a pie de 300 kilómetros desde Budapest hasta la ciudad rumana de Oradea (Nagyvárad en húngaro). “Viktor Orbán ha escupido a la cara y ha traicionado a los húngaros étnicos en el extranjero y, con ello, a la propia nación húngara. No tiene precedentes que un primer ministro apoye a un candidato presidencial rumano que pisotea tumbas húngaras y deshonra públicamente a los húngaros”, escribió en Facebook.

Un vistazo al perfil en redes sociales de la UDMR muestra que, por ahora, Simion está fracasando rotundamente en su intento de seducirles. Zoltán Tarr, número dos de Magyar al frente del partido Tisza y jefe de la delegación en Bruselas de la formación, cree que este episodio “puede ser el Waterloo de Orbán”. “Construyó su marca sobre un populismo nacional feroz para los húngaros étnicos, y ahora apoya a alguien con la misma marca contra los húngaros”, dice.

Para la analista Zsuzsanna Végh, los partidos de extrema derecha han cooperado en la UE “porque han encontrado un enemigo exterior común al que pueden calificar conjuntamente de amenaza”. Un objetivo común suelen ser los migrantes, pero también las instituciones europeas, la cultura woke, las ONG, etc. “En este caso concreto, las divisiones interétnicas y, en consecuencia, el conflicto interestatal entre partidos siguen muy vivos”, añade. Ultranacionalistas populistas frente a ultranacionalistas populistas.

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