La cigüeña otea desde encima de un inmenso nido, de unos dos metros de altura, situado en el tejado de una antigua construcción, que antaño se utilizaba para sacar agua de un pozo y regar la finca agrícola, en la comarca de la Arlanza (Burgos), entre Lerma y Quintanilla del Agua. A su vera asoman los pollos. Tanto la torre como el nido, que realmente son tres superpuestos, están muy inclinados, hasta el punto que su caída parece inminente. Pero de momento aguantan sujetas por un cable que colocó el propietario del terreno, el agricultor Nicolás Serna. El nido, que ha comenzado a hacerse famoso en redes sociales, podría pesar 1.000 kilos.
“Cuando compré la finca en 2015, la construcción estaba recta, pero al segundo año se comenzó a torcer”, explica Serna. Junto al Ayuntamiento de Lerma analizaron la razón por la que el pequeño edificio se inclinaba, añade Serna, y comprobaron que la estructura del pozo estaba cediendo. “Decidimos poner un cable para sujetarlo, pero como vimos que se continuaba torciendo, también echamos tres cisternas de hormigón, pero no sabemos cuánto aguantará porque la edificación es de ladrillo”, puntualiza.
La construcción, a unos 20 metros de la carretera, ha adquirido fama y son muchas las personas que se detienen a fotografiarla. “Siempre hay coches parados, e incluso el otro día un chaval se intentó subir”, advierte del peligro. Cuando el agricultor, que cultiva patatas, llegó a la finca, las cigüeñas estaban allí. “Parece que son ingenieras porque saben cómo equilibrar el nido a pesar de lo torcida que está la torre”, explica. “Ahí estaba el pozo y en el edificio había un transformador para poder regar, que ya no usamos”, explica. En la explotación hay otros dos nidos de cigüeña encima de unos silos metálicos.
“Yo recuerdo el nido ahí desde siempre”, responde Raúl Izquierdo, de 40 años, alcalde de Quintanilla del Agua, en la ribera del río Arlanza, a 9 kilómetros de Lerma. Al principio, era más pequeño, pero “ha ido creciendo” hasta llegar a la inmensa estructura actual, que pasa por ser uno de los nidos más grandes que se conocen de la zancuda. Izquierdo aboga porque no se deje perder, porque lo considera una buena manera de atraer turismo a la zona.
“Este año las cigüeñas lo están pasando mal con la comida. El río va muy crecido debido a las lluvias y no pueden coger ni ranas ni peces porque las arrastra la corriente”, explica el agricultor. Están subsistiendo, “con las lombrices y gusanos que cogen en los campos. Van detrás del tractor cuando sembramos las patatas; yo he llegado a contar unas 10 o 12″. Serna también ha notado cambios en su comportamiento debido al aumento de las temperaturas. “Adelantan la puesta de huevos en casi un mes, empiezan a principios de abril”, asegura.
Blas Molina, biólogo y técnico de la ONG ornitológica SEO/BirdLife, explica que este nido son tres superpuestos. “Todas las temporadas, las cigüeñas aportan material e incluso regresan al mismo nido y si el proceso se repite año tras año llega un momento que pasa lo que vemos en ese nido”, explica. Para evitar que estos habitáculos desaparezcan, como está sucediendo en muchas iglesias y otros lugares de España, “en los que incluso se ponen pinchos para que no vuelvan”, lo mejor es construir unas plataformas que funcionan como soporte y retirar material en las épocas en las que no nidifican, explica Molina. Se estima que en España hay alrededor de 42.000 parejas de cigüeña blanca, según el último censo de SEO/BirdLife que se está actualizando.
Algunas cigüeñas que no migran usan los nidos, pero lo habitual es que estén vacíos de julio a octubre. Los jóvenes del año migran al Sahel, una zona del continente africano que limita al norte con el desierto del Sáhara y al sur con Sudán. Los adultos se suelen quedar en el suroeste peninsular, concentrándose en torno a marismas, basureros, regadíos y otras zonas húmedas. Además, hay una parte importante de la población europea que pasa el invierno en la península Ibérica y en el norte de África.
Fuente: Noticia original