MADRID, 21 May. (EUROPA PRESS) –
El Museo de América inaugura este viernes 23 de mayo la exposición ‘Búcaros. Valor del agua y exaltación de los sentidos en los siglos XVII y XVIII’, una muestra que exhibe la colección de cerámicas virreinales de distintas procedencias, como de Portugal, Asia o «indígenas», como asegura el director de la institución, Andrés Gutiérrez Usillos.
El director, que también es el comisario, ha explicado que la muestra revisa la procedencia de los Búcaros y pretende contestar a las dudas que estos planteaban: «¿para qué servían realmente los búcaros?, ¿enriquecían el sabor del agua, tenían finalidad terapéutica, o había una razón estética?, ¿por qué ingerían el barro o cuál era el que se comía?», ha cuestionado.
La exposición arranca con un retrato de un virrey con el que se busca generar al público un «contraste» entre lo que se espera y lo que se encuentran porque «la sala es un espacio femenino». «Lo que verá el público son los usos femeninos relacionados con las cerámicas y son elementos que tienen mucho que ver con la circulación de objetos en el siglo XVII y XVIII entre los virreinatos», ha indicado Gutiérrez Usillos.
«El eje de la exposición son los búcaros, pero a través de ellos vemos elementos distintos que tienen que ver con la sociedad virreinal», ha agregado el director del Museo de América. Una de las secciones de la exposición recoge la importancia que tenía el agua y que sirve como una reflexión sobre la comodidad actual para conseguir agua en los domicilios.
Los búcaros permitían refrescar y aromatizar el agua, como ha desvelado Gutiérrez Usillos, lo que despertó en las sociedad como una pequeña «obsesión» con ellos, especialmente entre las mujeres. La exposición conduce al espectador por algunas de las hipótesis que se manejan acerca de la importancia de los búcaros.
«Los usos de los búcaros son múltiples: jarrones, floreros, tinajas, jarras o vasos para el agua. Pero cuando vemos las fuentes históricas del siglo XVII vemos que se comía, aunque seguramente no cocido, quizá machacado«, ha revelado el director.
Los búcaros, de característicos barros rojos y engobes color crema, eran un símbolo de lujo que demandaba la nobleza europea y que, por ejemplo, se dibujaban en los retratos de algunos de ellos, como es el caso de ‘Las meninas’, de Velázquez, donde aparece un jarro de cerámica de Tonalá (México). En su diseño destacan los motivos florales o emblemas con pintura roja y azul y pan de oro.
Gutiérrez Usillos ha planteado que la sociedad virreinal pudiese estar «obsesionada» por el aroma que desprendía el búcaro al mezclar el barro con el agua, lo que generaría el petricor (aroma que se percibe después de la lluvia, especialmente cuando cae sobre tierra seca). «La geosmina (sustancia química responsable del olor a tierra mojada) se activa a través del olfato y puede provocar la necesidad de ir a beber. Una de las cosas que contamos aquí es, ¿y si esto se estuviera produciendo con los búcaros? Quizá no estuvieran tan cocidos como para eliminar la geosmina o las bacterias», ha sugerido.
Por último, el director señala que la exposición «exime» a la mujer de la culpa de comer búcaro «porque en realidad no tenía más remedio» y explica que este fenómeno pasaba más entre mujeres que entre hombres porque «ellas eran las encargadas de recoger el agua». «Por tener que ir a recoger el agua puede que se generase una relación agua-cerámica-mujeres y eso provocó que se desarrollase más el sentido que tiene que ver con la geosmina y que provocaba la necesidad de ingesta del agua», ha detallado.
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