Cuando el Celta cayó eliminado en Old Trafford frente al United en las semifinales de la Liga Europa de 2017, un Iago Aspas tocado por la desilusión prometió a su afición que regresarían. Tenía entonces 30 años. Ocho después, un gol del capitán, que ya cumplió 38 y sigue ahí, al pie del cañón, certificó la presencia de su equipo en la próxima edición de la segunda competición europea (1-2).
El Celta, apoyado por más de 2.000 aficionados que viajaron hasta Getafe, comenzó nervioso y encajó un gol de Borja Mayoral después de una mala salida del balón en la que se enredaron la defensa y el portero. Ese resultado le dejaba fuera porque Rayo y Osasuna iban empatados en sus correspondientes partidos y con el triple empate se beneficiaban en detrimento del Celta. Pero empujaron más, se asentaron, y a los 24 minutos, Alfon le puso un balón a Aspas y el capitán asistió a Borja Iglesias, que empató el partido y volvió a colocar al Celta den el escaparate europeo.
Cuando los tres partidos circulaban por el minuto 54, en Vitoria el árbitro señaló un penalti por derribo de Juan Cruz a Tenaglia, que también provocó otro la semana anterior para salvar a su equipo. Kike García, habitual ejecutos, pero con pasado osasunista, declinó la invitación a lanzarlo y fue Carlos Vicente quien engañó a Herrera, adelantó al Alavés y dejó fuera de Europa, al menos por entonces, a Osasuna.
Después marcó Aspas, imprescindible siempre, para el Celta y ponía un resultado que le aseguraba la Liga Europa. Con el pitido final se desbordó la alegría viguesa, el regreso a Europa ocho años después.
Unos minutos más tarde, en Vallecas, los jugadores del Rayo Vallecano se agolpaban alrededor de un teléfono, como hacían antaño con un transistor, cosas de los tiempos modernos, para ver los últimos instantes del Alavés-Osasuna, y resoplar angustiados tras la última parada de Sivera, el portero vitoriano. Cuando el árbitro señaló el final en el otro campo, comenzó la fiesta en el suyo. El Rayo de Iñigo Pérez jugará la Conference, un hito histórico.
Han pasado 25 años desde su única participación europea y entonces fue por invitación, por ser un equipo limpio; esta vez, por méritos deportivos. Hay también algo de justicia poética en la clasificación rayista, que cayó eliminado aquella vez en cuartos de final frente al Deportivo Alavés, y en esta ocasión ha sido la resistencia de los vitorianos ante un Osasuna frustrado, la que le ha dado el pase, ya que el equipo madrileño, pese a disfrutar de innumerables ocasiones de gol, no pasó del empate a cero ante el Mallorca.
En Vitoria hubo desilusión para quienes hicieron el cómodo viaje desde Pamplona, un ejército bullanguero con ganas de Europa. Osasuna era quien peor lo tenía, y además, el gol de penalti del Alavés y la descomunal actuación de Sivera lo pusieron más complicado. En el minuto 88, sin embargo, un gol de Raúl encendió una lucecilla de esperanza para los navarros, que se volcaron desde ese momento hasta el final, tras los siete minutos de prolongación. Fue un asedio brutal que resistió el Alavés. No hubo manera de marcar un gol que le arrebatara al Rayo la plaza de Conference. Cuando pitó el árbitro el final, las lágrimas de tristeza de Mendizorroza se mezclaron con las de alegría en Vallecas.
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