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Crimea desata las tensiones entre Estados Unidos y Ucrania más de…

La maniobra de Putin en 2014 aunó a Occidente contra Rusia, pero ahora Trump apunta a la soberanía rusa como imprescindible para la paz

MADRID, 24 Abr. (EUROPA PRESS) –

Las tensiones entre Rusia y Ucrania se evidenciaron de forma definitiva en febrero de 2022, cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó invadir el territorio de su país vecino, pero ya años atrás Moscú había mostrado síntomas de sus ambiciones en el este de Ucrania, y también en Crimea, una península ubicada en el sur del país y que Rusia se anexionó de forma unilateral en 2014.

Aquella maniobra fue casi el punto final a la respuesta rusa al Euromaidán, una revuelta ciudadana en Ucrania que desembocó con la salida del presidente Viktor Yanukovich, considerada por el Kremlin como un golpe de Estado contra una figura afín a sus posturas. En Crimea, sin embargo, abundaron las manifestaciones prorrusas y que incluso abogaban por la integración en la Federación Rusa.

En este contexto, Moscú ordenó el despliegue de tropas en la península –hogar de miles de rusoparlantes y que históricamente había albergado bases navales rusas– bajo el pretexto de garantizar la seguridad de los afines a Rusia, desatendiendo no solo a las advertencias de Ucrania, sino también de Estados Unidos que, entonces liderado por Barack Obama, alertó a Putin de no dar un paso en falso.

Finalmente, Putin decidió anexionarse la península, violando así toda una serie de convenciones internacionales y también acuerdos bilaterales firmados con Ucrania que garantizaban la seguridad de Kiev, como el Memorándum de Budapest, el Tratado de Amistad y Colaboración ruso-ucraniano y los pactos sobre la Flota del mar Negro, que versaban sobre la presencia marítima rusa en la zona.

Aquella maniobra del Kremlin desató toda una corriente de sanciones internacionales contra los principales funcionarios rusos, una mecánica que años más tarde se repitió con la invasión militar de febrero de 2022. La Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN castigaron a Rusia por lo que fue considerado como una traición a las buenas relaciones de los últimos años.

Poco más de un año y medio después de estos hechos, el magnate estadounidense Donald Trump se imponía en las elecciones presidenciales de noviembre de 2015. Durante su mandato, Trump llegó a pronunciarse en contra de la anexión rusa de Crimea y, de hecho, en 2018 su secretario de Estado, Mike Pompeo, publicó una declaración en la que respaldaba las posturas de Kiev en este tema.

Pompeo denunció que Putin se había extralimitado y traicionado los principales acuerdos internacionales y bilaterales al anexionarse Crimea, territorio soberano de Ucrania. «Estados Unidos rechaza el intento de anexión de Crimea por parte de Rusia y se compromete a mantener esta política hasta que se restablezca la integridad territorial de Ucrania», dijo el que por aquel entonces era jefe de la diplomacia estadounidense.

UNA CRIMEA RUSA COMO CONDICIÓN PARA LA PAZ

Aferrados a estas posturas confrontadas entre Rusia y el resto de Occidentes avanzan los años hasta que Putin ordena la invasión de Ucrania en febrero de 2022, una maniobra que en sus primeros compases llevó a las tropas rusas a las calles de la capital ucraniana, haciendo temer la caída de Kiev. Sin embargo, el Ejército ucraniano, reforzado con constantes paquetes de ayuda occidentales, ha logrado contener el avance inicial ruso y llevar a la guerra a una fase de estancamiento en los frentes.

Unos meses después, en septiembre de aquel mismo año, Putin llevó a cabo una maniobra similar a la de Crimea en las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, territorios donde había afianzado su avance inicial y en las que se sirvió de una serie de referéndum para anexarsionarse gran parte del este de Ucrania sin el reconocimiento de la comunidad internacional.

Esta adhesión, sin embargo, no ha sido tan efectiva como lo fue en Crimea, y el Ejército de Ucrania ha seguido combatiendo e imposibilitando que Moscú se termine de asentar; si bien es cierto que ahora, en plenas conversaciones para un acuerdo de paz, Moscú exige el reconocimiento de la soberanía rusa en estos territorios y también en Crimea.

Por su parte, Trump se había erigido como el principal pacificador a un conflicto que siempre ha considerado que no se habría producido de haber continuado él en la Casa Blanca en el periodo entre el año 2020 y 2024. El mandatario estadounidense, que afirmó ser capaz de resolver el conflicto con apenas una llamada, ahora reconoce las ambiciones de Putin y ha señalado que el reconocimiento de la soberanía rusa sobre Crimea es un requisito para la paz.

Sin embargo, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, con quien Trump ha escenificado desencuentros como el de finales del pasado mes de febrero en la Casa Blanca, se ha plantado ante tales exigencias y, aludiendo a la Constitución ucraniana, ha recordado que la península del mar Negro es territorio soberano de Ucrania.

Zelenski se aferra así a las reivindicaciones ucranianas de los últimos años, si bien es cierto que el tema de Crimea ha ido quedando en segundo plano y cada vez se ha dado más por sentado el control ruso de este territorio. Tanto es así que Trump también lo da por hecho y ha acusado al mandatario ucraniano de imposibilitar un acuerdo de paz con su negativa a ceder Crimea.

TRUMP REESCRIBE LA HISTORIA DE CRIMEA

«Si quiere Crimea, ¿por qué no lucharon por ella?», se preguntó Trump a mediados de esta semana, brindando una nueva versión de la historia reciente de la península y afirmando falsamente que Rusia logró anexionársela sin apenas oposición ucraniana, «sin un solo disparo» y con la aprobación del entonces presidente Obama.

Estas afirmaciones de Trump no solo brindan una nueva y falsa versión de lo ocurrido, sino que se alinea con las posturas de Rusia, país que a fin de cuentas atacó la integridad territorial y violó la soberanía nacional de su país vecino, tal y como reconoció la propia Administración Trump en su primer mandato.

De hecho, Zelenski ha aprovechado la ocasión para recordarle abiertamente a Trump la citada declaración de Pompeo en 2018, la cual ha llegado a compartir en su perfil oficial en redes sociales, a la par que ha instado al mandatario estadounidense a actuar «en consonancia con sus firmes decisiones».

Este último golpe de timón de Trump sobre la soberanía de Crimea ha venido a confirmar la afinidad que se ya le sospechaba con un Putin que a pesar del aislamiento al que se ha visto sometido en los últimos años por Europa y Estados Unidos, parece tener las de ganar en las condiciones de paz siempre que las negociaciones sigan bajo el paraguas de la actual Administración estadounidense.

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