MADRID 13 May. (EUROPA PRESS) –
La presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, ha pedido este martes en la Cámara Baja una respuesta «integral» contra la trata y la explotación sexual, para lo que ha llamado a «prevenir, visibilizar y sensibilizar».
«No seremos una democracia plena hasta que no pongamos remedio a esta brutalidad. Desde los poderes públicos debemos actuar con firmeza y con determinación, pero también con respeto, con escucha, con empatía, con honestidad y con valentía. Para atajar esta vergüenza y para dar una respuesta a la altura de las mujeres y las niñas, que se encuentran en una situación de vulnerabilidad tan extensa. Y el enfoque de nuestra respuesta ha de ser integral», ha asegurado Armengo.
Así lo ha puesto de manifiesto Armengol en la inauguración de la exposición ‘La voz de las supervivientes a través de Puntadas de Dignidad’, de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP), que recoge nueve trajes confeccionados por mujeres supervivientes en el taller textil de la asociación. Al acto también ha acudido el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
En este sentido, Armengol ha llamado a «prevenir, visibilizar y sensibilizar», desde los centros educativos, donde ha dicho que «debería garantizarse una educación sexoafectiva adecuada a todo el mundo», hasta la formación y la completa inserción de las víctimas. Si bien, ha reconocido que se trata de una «tarea ardua».
En este sentido, ha alabado la escuela de moda de APRAMP y el «poderoso papel» de las supervivientes como agentes sociales. Sobre estas últimas, ha expuesto que «son el ejemplo de cómo abordar con éxito esta compleja tarea de lucha contra la trata y la explotación sexual».
«La violencia contra las mujeres, en sus múltiples formas, está arraigada en la estructura de nuestras sociedades. Y las mujeres y las niñas son las mayores víctimas de la trata de personas, generalmente con fines de explotación sexual, sin duda el extremo más violento de esta violencia», ha asegurado.
También ha indicado que no se puede «desligar» esta «lacra» de la vulnerabilidad a la que está asociada, ni obviar la perspectiva interseccional que se necesita para analizar los factores de riesgo que la condicionan: «el género, la raza o la situación socioeconómica».
«Los sistemas de poder se retroalimentan y generan un tejido de desigualdad y discriminación. El caldo de cultivo idóneo para esta forma de esclavitud del siglo XXI, la mayor de las vulneraciones de los derechos humanos», ha recalcado.
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