MADRID, 7 Jun. (EUROPA PRESS) –
El nuevo colegio público de Gilet, en la Comunidad Valenciana, ha sido diseñado por AECOestudio y representa un modelo de cómo deben construirse los centros escolares para hacer frente a las temperaturas extremas.
Este centro incorpora un diseño bioclimático que apuesta por soluciones pasivas, sostenibles y adaptadas al contexto climático actual.
En concreto, este colegio ha sido construido con ventilación natural cruzada (sin aire acondicionado); cubiertas vegetales para reducir la temperatura interior; patios sombreados y orientados estratégicamente; o materiales locales con alta eficiencia térmica.
Todo pensado desde cero para que funcione bien sin depender de tecnología costosa ni de energía intensiva.
El arquitecto responsable, Enrique Romero Payá, explica que «el objetivo no es construir un edificio espectacular, sino un colegio útil, pensado para funcionar con el clima» que ya tiene España. «Lo anómalo es seguir construyendo como si no hubiera cambiado nada», advierte.
Además, el propio edificio será un instrumento educativo: permitirá al alumno entender cómo se regula la temperatura, cómo se aprovecha el agua o cómo se genera energía limpia. Sostenibilidad no solo en el currículo, sino en la experiencia diaria.
Esta semana, Andalucía ha activado el protocolo por altas temperaturas en varios centros educativos, permitiendo que los alumnos abandonen las aulas a las 12 del mediodía.
La medida busca proteger la salud del alumno ante las altísimas temperaturas, pero al mismo tiempo visibiliza un problema mayor: las escuelas españolas «no están preparadas para el nuevo clima extremo que trae consigo el cambio climático».
Reducir el horario escolar por calor no solo afecta al aprendizaje, con pérdida de horas lectivas clave en épocas de evaluaciones, sino que complica gravemente la conciliación familiar, dejando a muchas familias sin alternativas.
Mientras tanto, millones de estudiantes en toda España siguen asistiendo a clases en edificios pensados para un clima que ya no existe: aulas sin aislamiento, sin ventilación cruzada, sin sombras en el patio y con orientación térmicamente desfavorable.
En muchos centros ni siquiera se pueden abrir las ventanas, y las soluciones improvisadas (ventiladores portátiles, toldos, cambios de horario) «no son más que parches».
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