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La Casa Blanca, sociedad anónima

Los republicanos pusieron durante años el grito en el cielo por las actividades del hijo de Joe Biden, Hunter Biden, en Ucrania, cuando el primero era vicepresidente. Persiguieron sin éxito una supuesta comisión de cinco millones de dólares que denunció un confidente que acabó condenado por falso testimonio. Nunca lograron demostrar sus acusaciones. Ahora, sin embargo, callan mientras Donald Trump utiliza sin pudor su puesto de presidente y la propia Casa Blanca para enriquecerse personalmente e impulsar los negocios de su familia, tanto en Estados Unidos como en el extranjero. Ni los conflictos de intereses ni las consideraciones éticas suponen un freno para el hombre de negocios que además es presidente de la primera potencia mundial.

La conducta de Trump no tiene precedentes, salvo quizá el de él mismo durante su primer mandato, cuando su hotel de Washington se benefició del cargo que ocupaba su dueño. El descaro es esta vez mucho mayor, como se ha puesto de manifiesto con su memecoin, el criptoactivo $TRUMP. El propio presidente ofreció recibir en la Casa Blanca e invitar a una “cena privada e íntima” a quienes comprasen más $TRUMP, enriqueciendo a su familia.

El memecoin es un activo sin valor intrínseco alguno. No tiene ningún activo que lo respalde más allá del precio que otros estén dispuestos a pagar por él. La familia Trump lo presenta sin más como una especie de coleccionable. Otros memecoin se han hundido sin remedio y el $TRUMP también se estaba desplomando tras la fiebre inicial hasta que el presidente ofreció a los 220 mayores inversores compartir una cena en su club de golf de Virginia y a los 25 primeros una visita a la Casa Blanca. Los ganadores han invertido más de 170 millones de dólares por esos privilegios.

El presidente eligió como destino para su primer viaje internacional (con la excepción del funeral del papa Francisco) tres países de Oriente Próximo en los que su familia acaba de cerrar suculentos negocios: Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. “Esta es la gira de la corrupción del presidente Trump por Oriente Próximo. Está haciendo favores a otras naciones y, a cambio, no pide concesiones en materia de seguridad para Estados Unidos, sino pagos en efectivo para él mismo. No es un momento normal y no debemos actuar como si lo fuera”, denunció esta semana el senador demócrata por Connecticut Chris Murphy.

Un fondo de Emiratos Árabes Unidos pactó destinar 2.000 millones de dólares a una stablecoin (una criptomoneda referenciada al dólar) en World Liberty Financial, la firma cripto en que participa con sus hijos Eric Trump, Donald Trump Jr. y Barron Trump, además de otros socios, que el entonces candidato presentó en septiembre desde su mansión de Mar-a-Lago en Palm Beach (Florida). El acuerdo supone beneficios de decenas de millones de dólares para la firma.

En el último año, se han inaugurado torres residenciales con la marca Trump en Dubái (Emiratos Árabes Unidos) y en Yeda (Arabia Saudí) de la mano de un socio saudí con vínculos estatales. En abril, un promotor inmobiliario presentó un complejo turístico de lujo residencial y de golf con la marca Trump en un megaproyecto de 5.500 millones de dólares con participación estatal en Doha (Qatar), en un acto en el que participaron Eric Trump, vicepresidente ejecutivo de la Organización Trump, y un ministro catarí. La compañía del presidente estadounidense y su familia tiene proyectos de nuevas torres en Riad (Arabia Saudí) y Abu Dabi.

Además, los fondos soberanos de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Qatar se han comprometido a aportar más de 3.500 millones de dólares a un fondo de capital riesgo dirigido por Jared Kushner, yerno de Trump.

Junto a eso, la Administración de Trump está en conversaciones con el Gobierno de Qatar para aceptar un Boeing 747 valorado en unos 400 millones de dólares que serviría como sustituto temporal de los aviones presidenciales Air Force One de Estados Unidos actualmente en uso, que ya tienen más de 40 años, dados los retrasos en el contrato que la propia Boeing mantiene para construir dos nuevos aviones presidenciales. “Solo un estúpido no aceptaría este regalo en nombre de nuestro país”, defendió Trump pese a que su adaptación costaría cientos de millones de dólares. Se manejó la idea de que el avión se cediera posteriormente a la biblioteca presidencial del republicano —una suerte de depósitos para conservar materiales históricos de los presidentes en EE UU―, con lo que en la práctica pasaría a ser el avión privado de Trump, aunque el presidente ha dado a entender luego que no llegará a tanto.

Trump, que tiene fama de hacer trampas sistemáticamente cuando juega al golf, acogió en su club de Doral (Florida) un torneo de la LIV Golf, la liga con respaldo saudí. El presidente, que acudió al torneo en plena tormenta por la guerra comercial, hizo negocio alquilando el campo y alojando a los asistentes.

El magnate ha llegado a acuerdos para recibir donaciones multimillonarias para su biblioteca por parte de compañías privadas a las que había demandado. La cadena de televisión ABC News y su presentador estrella, George Stephanopoulos, acordaron pagar 15 millones de dólares a Trump, destinados también al fondo para su biblioteca, para cerrar una demanda por difamación. La red social X, propiedad de Elon Musk, llegó a un acuerdo para indemnizar al republicano con unos 10 millones de dólares por el cierre de su cuenta en la entonces Twitter tras el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, a pesar de que la demanda había sido desestimada en primera instancia. Meta, controlada por Mark Zuckerberg, acordó pagar 25 millones de dólares por haber suspendido al presidente sus cuentas. Las empresas prefieren llevarse bien con un presidente de cuyas decisiones pueden depender sus negocios y que, en su deriva autoritaria, es capaz de castigar o premiar a su capricho a rivales y amigos.

Lo curioso es que el cierre de esas cuentas en Facebook y Twitter acabó generando un gigantesco negocio para el republicano, que fundó su propia red social, Truth, y llegó a un acuerdo para sacarla a Bolsa a través de una compañía cascarón. Pese a que la empresa apenas tiene ingresos y genera fuertes pérdidas operativas, tiene un valor en Bolsa de unos 5.650 millones de dólares. Los 114,75 millones de acciones propiedad de Trump están valorados en cerca de 3.000 millones de dólares. El principal valor de la compañía, con relativamente bajas cifras de usuarios y audiencia, es su vinculación al propio Trump, que en su permanente confusión entre lo público y lo privado, lo ha convertido en el canal de comunicación privilegiado de sus anuncios sobre cualquier asunto, desde los aranceles a la política exterior.

Los negocios de la familia Trump no paran. El último de ellos es la puesta en marcha de un club en Georgetown (Washington) que llevará el nombre de Poder Ejecutivo. Es un lugar que parece diseñado para institucionalizar el tráfico de influencias. Para ser miembro habrá que pagar medio millón de dólares.

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