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Los rumanos que este domingo votarán al ultra Simion ansían cambiar el sistema “cueste lo que cueste”

La rabia contra la actual clase política domina a los votantes del ultranacionalista George Simion, vencedor de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Rumania el pasado 4 de mayo, que se tuvieron que repetir por acusaciones de injerencia rusa. El líder de la formación de extrema derecha Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR) ―la segunda mayor fuerza en el Parlamento― se impuso de manera apabullante con el 41% de los votos, aunque deberá enfrentarse al candidato proeuropeo Nicusor Dan en un segundo envite, el próximo domingo. “Queremos sangre, cambiar el sistema, cueste lo que cueste; no me importa”, exclama Gabriela, comunicadora de un medio que pertenece a la Iglesia Ortodoxa Rumana, que respalda al candidato ultra de manera oficiosa. Como la mayoría de los consultados, prefiere no dar su apellido.

Simion aglutinó a sus simpatizantes, pero también a los de Calin Georgescu, otro radical que ganó los comicios del pasado noviembre anulados por supuesta financiación ilegal de su campaña electoral e injerencia rusa. El Tribunal Constitucional, que canceló la segunda vuelta dos días antes de su celebración ―sí validó la repetición del pasado 4 de mayo―, tomó, además, la decisión de inhabilitarlo. Esto espoleó aún más a Simion, que se ha beneficiado de posar junto al prorruso en Pascua y tras la votación que le aupó al primer puesto.

El ascenso de este dirigente de 38 años, que cofundó el partido ultraderechista AUR en 2019, ha azuzado la tensión en la sociedad rumana. En las conversaciones con amigos o compañeros de trabajo se palpa el miedo a tratar la actualidad para evitar posibles broncas que pueden acabar por contaminar la convivencia. Muchos de los más de 3,6 millones de personas que votaron a Simion no expresan abiertamente sus simpatías por el candidato. Su victoria provocó un día después la dimisión del primer ministro, el socialdemócrata Marcel Ciolacu.

“Simion se va a vengar, se marcharán todos”, prosigue Gabriela. Se refiere a la clase dirigente que ha gobernado el país desde la caída del régimen comunista hace 35 años. Les achaca, como otros votantes de la ultraderecha, los escándalos de corrupción aireados por los medios, como los supuestos vuelos en jets privados de altos cargos o los bolsos de marcas lujosas valorados en miles de euros que lucen empresarias cercanas a la política. “Parecen que son ellos los únicos que viven en este país; si quieres un trabajo con un salario digno, tienes que pertenecer a su grupo”, recalca Gabriela. Desde el derrocamiento del sátrapa Nicolae Ceausescu, el Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Nacional Liberal (PNL) se han alternado en los gobiernos o han dirigido el país en coalición, como en el actual Ejecutivo.

“Simion es distinto a la habitual vileza [que reina] en la política rumana, llena de tránsfugas que cambian de partido con frecuencia, como de calcetines”, explica Cristian. “Es inteligente, sabe cómo hablar con la gente e incluso hizo campaña entre la gente común. Se vio con sus potenciales electores, no se sentó en una oficina de lujo o viajó en aviones privados”, remarca este emprendedor de 37 años.

En la misma línea se encuentra Miruna: “Simion parece muy hábil, sabe cómo hablar con la gente sencilla, pero también con los intelectuales, y creo que será capaz de formar un muy buen equipo de liderazgo si es presidente”. Esta trabajadora de una planta química a las afueras de Bucarest, de 49 años, reconoce que le sigue desde hace seis años en Tiktok, la misma red social ―cuenta con nueve millones de usuarios en Rumania― que aupó a Georgescu hasta imponerse en las presidenciales de noviembre, hoy anuladas. “Es un verdadero patriota, no es una fachada como lo son otros antiguos políticos viejos, representa una bocanada de aire fresco”, recalca Miruna.

Según un sondeo de la empresa demoscópica INSCOP Research durante el día de la elección, Simion recibió mayoritariamente el voto masculino, sobre todo de personas de entre 30 y 44 años, y con un nivel académico bajo.

Mensajes de patriotismo

El patriotismo que evoca Simion en sus mensajes ha calado profundamente entre sus votantes. Algunos de ellos lo mencionan como el principal motivo de su elección. “¡Es un soberanista y ama a su país!”, exclama Radu, quien prefiere mantenerse en el anonimato. “Está a favor de una verdadera democracia y del interés supremo de los rumanos, la independencia y la soberanía”, agrega Constantin Pascariu, jubilado que llegó a ser director provincial de una ONG internacional. “Quiere democracia y libertad para el individuo en la UE, en la OTAN y por supuesto en Rumania; desea el Estado de derecho a través del respeto a la Constitución y las leyes del país”, prosigue Radu, quien incide en que la supuesta corrupción del actual Gobierno, y también durante las últimas tres décadas, es “enorme y generalizada”, y en que los medios mienten cuando aseguran que es “filorruso”.

El ultranacionalista ya ha demostrado que está dispuesto a mucho para alcanzar la jefatura de Estado. Esta semana, confesó que su iniciativa de ofrecer apartamentos a 35.000 euros fue una estrategia de marketing electoral para llegar a más ciudadanos. “Fue una forma de promoción para romper el bloque informacional”, reveló. Durante días, colas de cientos de personas se agolparon en las casetas que montó su partido para inscribir a los interesados en comprar una vivienda a ese precio. Además, en un debate en Euronews, también desveló que su modelo a seguir será el de Viktor Orbán, primer ministro de Hungría. “Muchas de sus políticas, no todas, serán política de Estado en Rumania”, anunció Simion. De esta manera, hizo un guiño al electorado de origen húngaro ―poco más de un millón de los casi 19 millones de habitantes del país que tiene al líder magiar como político más creíble―, a pesar de que Orbán es un revisionista que reclama la recuperación del territorio de Transilvania.

Los que no le votan, le temen. “Estamos al borde del desastre; esta vez nos hundimos y quién sabe por cuánto tiempo”, se lamenta Ramona Jidiuc. “Un compañero prorruso y antivacunas está convencido de que los políticos actuales han vendido el país a la UE y cree todo lo que Simion promete, sin tener pruebas de su fiabilidad”, cuenta con timbre atemorizado esta economista de 45 años que trabaja en una agencia estatal dedicada a captar fondos europeos. “Hay muchos, incluidas personas con estudios, que no quieren reconocer que votan por él por miedo a la desconsideración de los demás”, enfatiza Jidiuc, quien enumera razones por las que cree que eligen al candidato ultra: “El querer vengarse, el odio por los políticos actuales, la imagen de religioso [ortodoxo] y tradicionalista de Simion, sus promesas de que va a castigar a los políticos y va a respetar a los pobres, a los agricultores, a los ancianos… Todo es populismo y demagogia”, asevera la funcionaria pública antes de confesar su mayor miedo: “Que vaya a cambiar la estructuras del Estado (prensa, policía, seguridad, entre otros) y no tengamos elecciones libres durante muchos años, dos mandatos de cinco años, cada uno con Simion, y otras dos presidencias con Georgescu”.

“Sus seguidores quieren un padrino que lo haga todo, están seducidos por frases cortas, palabras clave, tal como se mueve por las redes sociales”, explica Nicolae Petre, experto en comunicación. “Repiten todo lo que Simion dice, si se han encarecido los alimentos por culpa de la UE o si Bruselas nos ha impuesto las vacunas… Les ha inculcado mucho odio hacia Europa”, sostiene Petre.

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