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La impronta que el nuevo papa dejó en España: “Es muy cercano y a la vez tímido, de los que te miran a los ojos”

“El nuevo papa es tranquilo, no excesivamente expresivo, y sereno. No es un hombre de decisiones tajantes, pero sí conciliador, acepta sugerencias y da gusto trabajar con él. A primera vista es un poco retraído, pero luego rápidamente le sale conversación. Creo que es un carácter indicado para este momento turbulento y difícil. Ahora es propicio no enrocarse en posiciones radicales y dialogar”. Miguel Ángel Martín, secretario general de la orden de San Agustín, define así el carácter de Robert Francis Prevost, recién elegido papa con el nombre de León XIV. Este religioso español trabajó a las órdenes del líder de los agustinos entre 2001 y 2013 en Roma, durante los dos mandatos en los que Prevost fue prior general.

El Papa dirigió una orden de 4.000 religiosos en más de 40 países sin grandes sobresaltos, pero que no fue un camino de rosas. “Las cosas están muy claras hasta que te encuentras con personas espinadas que crean los problemas personales. Nosotros tenemos un voto de pobreza, pero hay gente que se queda con dinero, problema que suele ir acompañado de otras carencias. Sancionar le gustaba muy poco, pero [Prevost] ha tenido que expulsar a frailes”, relata Martín.

El consejo que dirige a los agustinos de todo el mundo está en la capital italiana y este religioso español despachaba a diario con el nuevo papa, a pesar de carecer de voto y decisión, como sí tienen los seis consejeros. Entre los países con más frailes agustinos destacan Estados Unidos, México, España o Perú, aunque ahora la orden experimenta un auge en Asia y África.

Como máximo dirigente de la orden de San Agustín, León XIV ha visitado las dos últimas décadas las comunidades agustinas en Andalucía y Castilla y León. El vicario general del Obispado de Huelva, Emilio Rodríguez, elogiaba este viernes: “Es muy cercano y a la vez tímido, de los que te miran a los ojos. También servicial y sencillo, sin ningún problema para servir a los demás en la mesa. Y un cosmopolita real, que ha conocido cómo vive la gente y los religiosos, sabe cómo somos”. El Papa no rehuía temas espinosos: “En esas reuniones de frailes, tocamos temas delicados como el celibato. Prevost es un hombre de consenso y comunión, ese será su carisma fundamental”, añade la mano derecha del obispo onubense.

Carcajadas en torno a una muñeca

Carmen Figueroa dirige la comunidad de agustinas en Huelva y recuerda cómo en una visita Prevost vio una muñeca vestida de postulante y exclamó: “¡qué monja tan chica!”, ante las carcajadas de las religiosas. “Nos animaba a seguir la vida contemplativa, pero sobre todo la educativa, que la consideraba fundamental”, subraya. Los agustinos tienen colegios, parroquias y atienden presos en la cárcel en Huelva, para los que realizan talleres cada verano.

Durante la visita que hizo León XIV al colegio Los Olivos de Málaga en 2007, se reunió con el profesorado, el alumnado y el personal que trabajaba entonces. “Vino con un grupo de sacerdotes y la atención que tenía con toda la gente del servicio me resultó muy llamativa. Aprendí de él ese valor. Bajaba todos los días a dar las gracias a los de la cocina, a los que les habían puesto la comida y pasaba un rato con ellos”, recuerda el padre José Luis Sánchez, entonces director del centro educativo.

Agustín Herrero, prior de los agustinos en Málaga, subraya que Prevost le contó que siempre había sido misionero y que quería seguir siéndolo, aunque años más tarde fuese nombrado obispo de la diócesis de Chiclayo, en Perú. “Al fin y al cabo era también una zona de misiones y una diócesis muy humilde”, explica Herrero. “Tengo algunas impresiones personales marcadas de la convivencia de aquellos días”, subraya el agustino. “Es una persona cercana, sencilla y humilde en el trato. Pero destaca en la escucha y la acogida: percibes que se hace cargo de lo que le estás contando, que lo valora y tiene en cuenta, hasta toma notas. Eso hoy en día es un don. Escuchar a las personas y que se sientan escuchadas creo que es uno de los motivos por los que se lo llevaron a Roma”, insiste Herrero. “Es un pastor de rebaño, alguien muy cercano a la gente que sabe gestionar muy bien las relaciones humanas. Es joven y tendrá un desempeño magnífico”, añade.

Ambicioso y satisfecho

En Castilla y León, el ahora pontífice participó el pasado septiembre en unos actos de reconocimiento a Santa Teresa en Ávila y también conoció a compañeros que destacan su perfil “cercano y profundo” en Salamanca, Valladolid y Palencia. Todos ensalzan su larga estancia en Perú, a la que atribuyen en parte su proximidad hacia los fieles, y recuerdan que, como líder de los agustinos, se mostraba ambicioso para que su orden siguiera creciendo, pero también satisfecho con su desempeño en España.

León XIV recaló varias veces en Salamanca, recuerda Pedro Blanco, religioso del convento agustino de esa ciudad, que señala el trato afable del nuevo pontífice: “Me pareció una persona muy cercana, muy alegre, simpática y profunda, con mucha amplitud de miras”, señala antes de subrayar la fluida comunicación con el invitado por su buen castellano: “Era muy accesible al trato y escuchaba mucho a la gente. Esa es también su función como general de la orden desde hace bastantes años”.

José Luis del Castillo, prior de la congregación vallisoletana, la más importante de España con 60 religiosos, rememora cómo conoció al Pontífice en el curso 2001-2002 durante una estancia en Roma, mientras él se formaba como maestro de procesos y el estadounidense acudía en calidad de padre general de la provincia de Chicago. “Era muy sensato y buen trabajador, ha sido muy prudente siempre en el gobierno de la orden. Era sencillo y acogedor, de trato fácil, no mantenía distancias, sino que era un religioso que te consideraba un hermano con ese trato propio de Perú”, mantiene Del Castillo, que insiste en que la vivencia de León XIV en Sudamérica contribuyó a su desarrollo personal y espiritual gracias a las “relaciones horizontales” que mantenía con los fieles peruanos.

“Lo que veía de España le gustaba, sobre todo nuestra estructura religiosa, muy vinculada con los colegios y las enseñanzas medias. Él cree mucho en la educación, que es clave para Sudamérica”, apunta el prior agustino, que relata cómo Prevost solía visitar las escuelas de la orden y tratar con sus alumnos durante sus viajes a España. “Como buen superior siempre exigía más, pero estaba contento”, resume Del Castillo.

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