La enemistad de décadas entre India y Pakistán, los dos Estados que surgieron tras la independencia de la India británica en 1947, se plasmó el pasado martes en el inicio de una crisis inédita en décadas, cuando Nueva Delhi bombardeó varios objetivos en Punyab y en la disputada región de Cachemira. Ese ataque fue la represalia a un atentado terrorista que provocó 26 muertos el pasado 22 de abril y tras el que Nueva Delhi ve la mano de Pakistán. El temor a que la respuesta paquistaní pueda desatar una nueva guerra entre esas dos potencias nucleares —sería la quinta desde la independencia de ambos— ha llevado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a llamar a esos dos Estados a la calma. En estas claves se explica cuál es el origen del conflicto.
¿Cómo nació el conflicto?
Los actuales India, Pakistán y Bangladés fueron hasta 1947 un único territorio: la India británica, la “joya de la corona” del imperio colonial del Reino Unido. En 1947, una metrópoli exangüe tras la II Guerra Mundial le otorgó la independencia tras optar por dividir el territorio en dos Estados: uno de mayoría hindú -la India- y otro de mayoría musulmana dividido en dos partes separadas por 3.000 kilómetros: los actuales Pakistán y Bangladés. Esa última manifestación de ingeniería colonial desató una violencia que provocó entre uno y dos millones de muertos, desplazó a 15 millones de personas y dejó sin resolver reclamaciones territoriales que desataron cuatro guerras entre la India y Pakistán, tres de ellas en la disputada región de Cachemira.
La última crisis de esta enemistad de décadas alcanzó un hito este martes, cuando aviones indios bombardearon varios objetivos en Pakistán. Al menos 31 personas murieron en esos ataques.
¿Cómo influyó el reparto colonial?
La India británica abarcaba más de cuatro millones de kilómetros cuadrados. En ese vastísimo espacio, la coexistencia entre culturas y religiones era la norma hasta que empezó la colonización británica en el siglo XVII. El Reino Unido espoleó en beneficio propio las diferencias entre la mayoría hindú (65% de la población), la principal minoría —los musulmanes (el 25%)— y otras comunidades como los sijs, los budistas, los persas y los judíos.
Tras dividir su colonia en dos —la parte oriental de Pakistán se independizaría más tarde, en 1971, como Bangladés—, el Reino Unido le concedió la independencia, que dio paso a una violencia que provocó entre uno y dos millones de muertos, y el que se considera el desplazamiento masivo de población más importante de la historia reciente: 15 millones de personas. Eran musulmanes que abandonaron la India actual para instalarse en Pakistán, e hindúes que recorrieron el trayecto inverso.
Una frontera sin delimitar
Esa partición con trazo grueso dejó conflictos territoriales y fronterizos sin resolver entre los dos nuevos Estados. La India y Pakistán comparten casi 3.000 kilómetros de linde y reclaman la soberanía de varias zonas fronterizas, especialmente la región de Cachemira. Casi ocho décadas después de la independencia, los dos países no han logrado consensuar un trazado fronterizo en esa región.
Ese límite lo marca en la práctica la llamada Línea de Control, establecida tras el alto el fuego de la primera guerra indo-paquistaní, en 1947, que estalló por la decisión de los dirigentes de Cachemira de integrarse en la nueva India, pese a que la mayoría de su población era musulmana.
¿Por qué es importante Cachemira?
Ese primer conflicto bélico concluyó cuando la ONU estableció un alto al fuego en 1948 y optó por dividir Cachemira en una parte india y otra paquistaní, separadas por la Línea de Control. En la actualidad, otra zona de la región está bajo control de China. Otras tres guerras indo-paquistaníes, la última en 1999, siguieron a la primera de 1947, y tres de ellas tuvieron esta región fronteriza −rica en recursos y crucial por su situación estratégica−, como desencadenante y escenario. También en 2016 y en 2019, ambos países mantuvieron enfrentamientos a ambos lados de la frontera.
La Línea de Control, una de las pocas fronteras visibles desde el espacio —está permanentemente iluminada y rodeada de minas— se considera una de las más peligrosas del mundo. Sobre todo porque tanto la India como Pakistán tienen armas nucleares.
¿Cómo empezó la última escalada?
El pasado 22 de abril, un tiroteo en Pahalgam, en la Cachemira india, provocó 26 muertos entre un grupo de turistas. El atentado fue reivindicado por el Frente de Resistencia, vinculado al grupo islamista armado Lashkar-e-Taiba, al que, según acusa Nueva Delhi, Pakistán financia y entrena, algo que Islamabad niega.
Cinco días después, la India revocó los visados de todos los paquistaníes y les dio 48 horas para salir de su territorio. También abandonó el Tratado de Aguas del Indo, que permite a Pakistán recibir aguas de ese río y que es crucial para la agricultura y el abastecimiento de su población. Islamabad ha revocado también los visados a los indios, los acuerdos bilaterales y vetado su espacio aéreo a las compañías indias.
El bombardeo indio, una nueva crisis
La respuesta india a ese atentado llegó el pasado martes (madrugada del miércoles en hora local). Nueva Delhi desató una ofensiva aérea contra varias posiciones en la región paquistaní de Punyab y en la Cachemira administrada por Islamabad, donde, según las autoridades indias, se planificó el atentado terrorista de Pahalgam. El bombardeo provocó al menos 31 muertos, según Islamabad, entre ellos varios niños.
Pakistán amenaza ahora con fuertes represalias tras el mayor ataque de Nueva Delhi contra su territorio en décadas. Mientras, Estados Unidos está tratando de rebajar la tensión. “Me llevo bien con ambos. Los conozco a los dos muy bien y quiero ver que lo solucionan. Quiero ver que paran”, declaró este miércoles el presidente Trump.
¿Cómo puede responder Pakistán?
El primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, ha ordenado a las Fuerzas Armadas que se preparen para defender el país, mientras su Gobierno asegura haber volado las instalaciones militares indias en la frontera de hecho de Cachemira.
Analistas citados por medios internacionales apuntan, sin embargo, que el Gobierno paquistaní se debate entre lanzar nuevas represalias limitadas —con la posibilidad de que la India responda y escale el conflicto— y la opción de presentar una victoria simbólica. Ese triunfo podría ser el derribo de cinco cazas indios que Islamabad asegura haber ejecutado, algo sobre lo que Nueva Delhi guarda silencio. El escenario más peligroso es que Pakistán responda con un ataque de más envergadura que los que asegura estar ejecutando.
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