Varias instalaciones civiles y militares de Puerto Sudán, la capital provisional elegida por la junta militar que gobierna la mayor parte de Sudán tras el inicio de la guerra civil hace más de dos años, han sido atacadas este martes, por tercer día consecutivo, con una ráfaga de drones lanzada presumiblemente por las Fuerzas de Apoyo Rápido paramilitares. La serie de bombardeos contra la ciudad, los primeros desde el estallido de los combates, reflejan el creciente uso de aviones no tripulados en la contienda, lo que extiende el conflicto a zonas del país hasta ahora relativamente seguras y amenaza con acelerar su regionalización.
Durante la mañana del martes, ni el ejército ni la junta castrense se habían pronunciado sobre la última batería de ataques contra Puerto Sudán pese a ser los de mayor alcance hasta ahora, según se desprende de informaciones locales. Medios sudaneses han publicado que dos de los aparentes objetivos principales fueron instalaciones situadas en las inmediaciones del puerto y del aeropuerto de la ciudad, incluidos depósitos de combustible. También una base militar en el norte y un blanco en el centro próximo a la actual residencia del jefe del ejército y presidente del país, Abdelfatá al Burhan. Un hotel sufrió igualmente daños limitados.
El primero de los ataques con drones a Puerto Sudán confirmado por el ejército tuvo lugar la mañana del domingo y se dirigió a una base aérea militar, un almacén de carga e instalaciones civiles cerca del aeropuerto. Las autoridades castrenses declararon haber detectado entonces 11 drones suicidas durante la embestida, que duró más de dos horas, y afirmaron que solo dejó varios heridos leves entre los trabajadores de la base. En la mañana del lunes, el bombardeo golpeó el principal depósito de combustible del país. “[El] bombardeo a depósitos de combustible provocó explosiones, y las llamas y el humo continúan cubriendo el cielo de la ciudad hasta ahora”, explica Tahani Othman, una vecina de Puerto Sudán de 40 años.
Tras el comienzo de la guerra en abril del 2023, el ejército y la junta militar que gobierna las zonas del país bajo su control se trasladaron a Puerto Sudán, que desde entonces ejerce de capital administrativa provisional. La ciudad se sitúa en el noreste de Sudán, en el mar Rojo y alejada del frente, y también acoge a miles de desplazados internos que han huido de los combates. Puerto Sudán es además la principal ciudad portuaria del país y cuenta con un aeropuerto, lo que la ha convertido asimismo en un centro clave para la llegada de cargamentos militares, así como en la principal base de operaciones de las agencias humanitarias, incluidas de la ONU, y en el principal punto de acceso de la poca ayuda humanitaria que entra en el país.
El portavoz adjunto de la ONU, Farhan Haq, anunció el lunes la suspensión temporal de los vuelos de su servicio humanitario desde y hasta Puerto Sudán, y expresó que los ataques son un “hecho preocupante que amenaza la protección de los civiles y operaciones humanitarias”. Sudán sufre la mayor crisis humanitaria del mundo y 30 millones de personas necesitan hoy ayuda humanitaria y 24 millones sufren niveles de hambre aguda, incluida hambruna.
Aunque el ejército relativizó las bajas provocadas por el ataque con drones del domingo contra la base militar, horas después del bombardeo, un jet medicalizado de matrícula turca procedente de Estambul aterrizó en Puerto Sudán y luego despegó de vuelta hacia Turquía, según muestran datos públicos de seguimiento de vuelos, lo que sugiere que podría haber habido heridos graves entre las filas castrenses que no se anunciaron.
Guerra de drones
Tanto el ejército como las Fuerzas de Apoyo Rápido han utilizado drones, sobre todo suicidas y suministrados desde el exterior o fabricados localmente, desde fases tempranas de la guerra. Pero en los últimos meses su uso, especialmente por parte de los paramilitares, ha aumentado significativamente, lo que está redefiniendo rápidamente los contornos del conflicto. Entre su arsenal, las Fuerzas de Apoyo Rápido cuentan con drones de fabricación china, que se cree que han sido entregados por Emiratos Árabes Unidos, su principal aliado, con un alcance de hasta 4.000 kilómetros, suficientes para cruzar incluso un país tan vasto como Sudán.
Inicialmente, la mayoría de ataques con dron se concentraba en zonas del frente o cercanas. Pero en los últimos meses, los paramilitares los están dirigiendo contra objetivos civiles del norte y el este del país, bajo control del ejército, en un aparente intento de castigar a la población civil y desgastar a la junta militar mediante la destrucción de infraestructuras críticas y la perturbación de servicios esenciales, además de objetivos militares. Entre los blancos de ataques recientes con dron figuran una presa, una gran central eléctrica y una escuela y un centro de desplazados en el norte del país, así como un aeropuerto en el sureste.
El aumento de estos ataques se produce asimismo después de que los paramilitares hayan sufrido desde septiembre importantes reveses en el frente y hayan perdido el control de casi todo el centro de Sudán, incluida su simbólica capital, Jartum. Los avances del ejército han llevado además a las autoridades castrenses a acelerar sus planes de reconstrucción en zonas bajo su control, incluido a nivel institucional, y recientemente han reformado el Gobierno para centrarse en este objetivo, que las Fuerzas de Apoyo Rápido parecen querer torpedear.
El ejército, por su parte, también está tratando de impedir que las Fuerzas de Apoyo Rápido y grupos aliados consoliden su autoridad en las zonas bajo su poder, principalmente en la región occidental de Darfur, incluido mediante la formación de un Gobierno paralelo que aún se está ultimando. En este sentido, el ejército ha bombardeado en los últimos meses múltiples puntos de Darfur, con una atención especial a Nyala, la capital de Darfur Sur, la ciudad más importante que controlan los paramilitares, y uno de los principales puntos de aterrizaje de sus suministros militares y donde podrían llegar a establecer la base de un futuro ejecutivo.
El aumento de los ataques con drones en zonas controladas por el ejército alejadas del frente, sobre todo Puerto Sudán, amenaza además con regionalizar más la guerra, ya que el ejército ha acusado repetidamente a Emiratos Árabes Unidos de suministrar a los paramilitares apoyo militar, incluidos drones, a través de países vecinos como Chad, Sudán del Sur y Libia. El comandante adjunto del ejército, Yasir Al Atta, abrió incluso la puerta a finales de marzo a tomar “represalias” contra los gobiernos de Chad y de Sudán del Sur, y advirtió que consideran que algunos de sus aeropuertos son objetivos militares legítimos.
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