Rumania espera un nuevo seísmo electoral en los comicios presidenciales que celebra este domingo. En lo que se considera el acontecimiento democrático más trascendente de la era poscomunista, el país, de 19 millones de habitantes y miembro de la UE y de la OTAN, repetirá las elecciones del pasado 24 de noviembre, cuyo resultado fue anulado por el Tribunal Constitucional. En aquella primera vuelta venció por sorpresa el independiente Calin Georgescu, un candidato extremista, desconocido hasta entonces, que había sido aupado por la red social TikTok. La sospecha de que la injerencia rusa tuvo mucho que ver con esa victoria llevó al Constitucional a anular los comicios el 6 de diciembre, dos días antes de que se celebrara la segunda vuelta. Las elecciones (otra vez en primera vuelta) se celebran finalmente hoy, y el favorito es otro ultraderechista, George Simion, apadrinado por el propio Georgescu después de que el alto tribunal le prohibiera a él concurrir de nuevo a las presidenciales.
Simion, líder de la formación extremista y antieuropeísta Alianza para la Unión de Rumanos (AUR) —que aspira a “hacer Rumania Grande de nuevo” parafraseando el lema de Donald Trump en EE UU—, encabeza las encuestas con más de un 30% de apoyo. Ese respaldo, no obstante, queda lejos del 50% requerido para obtener la Presidencia en la primera vuelta, de modo que, aunque se confirmara su victoria, la segunda vuelta aún podría dar el Gobierno a un candidato proeuropeo. Esa segunda ronda se celebrará el 18 de mayo.
Simion, conocido por el hooliganismo del que hace gala como fanático del fútbol —asegura que ha aprendido más en los estadios que en las escuelas—, se ha convertido en un importante actor político desde que fundó su partido en 2019. El pasado año, AUR obtuvo el segundo lugar con un 18% de los votos en las legislativas. Junto con otras dos formaciones, el bloque de ultraderecha acapara casi el 35% de los escaños del Parlamento de Rumania.
En 2021, este candidato alentó un asalto a la Casa del Pueblo, el mastodóntico edificio construido por el dictador Nicolae Ceausescu y que alberga en la actualidad ambas Cámaras legislativas. Un año después, él mismo, acompañado de simpatizantes, entró por la fuerza en el Ayuntamiento de Timisoara, que gobierna el partido de centroderecha Unión Salvar a Rumania (USR). “Ha traído violencia física y verbal al Parlamento, a los estudios de televisión y a las redes, a los mítines y a las protestas”, lamenta el analista político Cristian Pantazi.
Para hacer frente al líder extremista, la actual coalición gubernamental proeuropea ha rescatado de su jubilación forzada a Crin Antonescu, de 65 años, el muñidor de esa coalición entre el Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Nacional Liberal (PNL) bautizada en 2012 como Unión Social Liberal.
Según las encuestas, Antonescu peleará por la segunda posición contra Nicusor Dan, de 55 años, alcalde de Bucarest y candidato independiente. El liberal tiene, según los sondeos, una ligera ventaja sobre su rival, mientras la candidata de centroderecha del USR, Elena Lasconi, que pasó a la segunda vuelta en los comicios anulados de noviembre, se quedaría lejos.
Otro candidato que ha salido a la palestra tras diez años de letargo ha sido el defenestrado ex primer ministro Victor Ponta, que gobernó entre mayo de 2012 y noviembre de 2015. Su Ejecutivo estuvo marcado por las acusaciones de plagio de su tesis doctoral, la corrupción en el país y el incendio de una discoteca en la capital que causó 64 muertes y que terminó por derribarlo políticamente.
Entre todos estos candidatos prooccidentales, Nicusor Dan es el más atacado por definir su política fuera del establishment. Asegura que su objetivo es “convencer a los rumanos de que se necesita un cambio real” pero “manteniendo el camino occidental” y rechazando la “dirección soberanista” afín a Rusia. Un compromiso prooccidental, dice, que solo Antonescu y él mismo pueden garantizar.
La batalla se presagia abierta, con un trasvase de votantes de un lado a otro, aunque las encuestas pronostican que uno de estos candidatos proocidentales se alzará al final con la presidencia, probablemente ya en la segunda vuelta. Pero una victoria del ultra Simion en primera vuelta causaría una conmoción, en un contexto de invasión rusa en Ucrania —país con el comparte una amplia frontera— y de avance de los movimientos radicales y populistas en Europa.
El presidente de Rumania carece de atribuciones relevantes en política interna, pero ejerce como máximo exponente en política exterior. Es quien asiste a las cumbres europeas y a encuentros con mandatarios mundiales. Además, nombra a los jefes de la Fiscalía y los servicios secretos.
La decisión del Tribunal Constitucional rumano de anular las presidenciales de noviembre ha puesto al país en el punto de mira, tanto del Kremlin como de la Casa Blanca. Moscú llegó a ironizar sobre la situación al decir que apartaron al vencedor porque a las autoridades rumanas no les gustaba, mientras que Washington tachó la anulación de intento de eludir la democracia.
Frontera con Ucrania
Si el candidato de la extrema derecha rumana llegara a obtener la jefatura del Estado, se engrosarían las filas de los líderes europeos populistas afines a Rusia que se oponen a la ayuda a Ucrania y buscan fortalecer los lazos con la Administración de Trump en Estados Unidos. A esa tendencia se han sumado ya los primeros ministros de Hungría y Eslovaquia, Viktor Orbán y Robert Fico, respectivamente.
Simion, sin embargo, tiene que andarse con pies de plomo. Fue elegido en enero vicepresidente del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), la familia política de Hermanos de Italia, la formación de Giorgia Meloni, la primera ministra del país transalpino. Meloni es una firme aliada de Kiev, pese a su cercanía con Trump. Por este motivo, el candidato ultra rumano ha rebajado sus diatribas contra la UE y la OTAN.
Rumania desempeña un papel esencial en la ayuda a Ucrania, víctima de la invasión rusa desde hace más de tres años. Tiene la frontera más larga con el país vecino, con casi 650 kilómetros, y padece el impacto del conflicto. En ocasiones, los misiles rusos con destino a territorio ucranio surcan el cielo rumano, algunos drones se desploman en las inmediaciones del Delta del Danubio y las continuas provocaciones rusas en el mar Negro obligan a los cazas de la OTAN a reaccionar de madrugada.
Polémicas
El principal candidato de la extrema derecha rumana se ha visto envuelto en numerosas polémicas. Ha mostrado de manera pública su apoyo a los hermanos Tate, Andrew y Tristan, investigados por violación y tráfico de personas en Rumania. Además, elaboró una lista negra de periodistas e instó a rebelarse con furia contra ellos.
Ha sido también el gran ausente de los tres debates electorales. En el primero, se marchó del cara a cara contra sus contrincantes después de entregar un ramo de flores a la candidata Lasconi. En los dos siguientes, ni apareció. Simion se ha limitado a intervenir en redes sociales y canales de televisión con audiencias radicalizadas, así como a participar en un encuentro con un exiguo número de periodistas de medios extranjeros con potenciales lectores de la diáspora rumana, también con inclinación nacionalista, un colectivo en el que los sondeos le dan igualmente como ganador.
Para Pantazi, este candidato “ha huido de la confrontación dialéctica con sus oponentes por miedo”. Existe “el peligro”, subraya el analista, “de que le pregunten por la narrativa rusa que usa de forma constante, sobre su contrato millonario con un lobby estadounidense, sus relaciones con los hermanos Tate, su prohibición de entrar en Ucrania y Moldavia y su hipocresía sobre el concepto libertad”, apunta. Y concluye: “Simion pone el grito en el cielo desde Bucarest a Washington al asegurar que sufre censura, pero su partido es el campeón en pedir que se censure el contenido online durante la campaña electoral”.
El experto se refiere a que el partido de Simion pidió a la oficina electoral que solicitaran a Facebook y a TikTok que borraran publicaciones en las que personas conocidas fuera de la esfera política opinaban sobre la campaña presidencial, al considerar que se trataban de “actores políticos”.
Fuente: Noticia original