Hay una larga lista de papables para el cónclave que empieza el próximo miércoles, 7 de mayo, pero ninguno del todo claro, en un cuadro general de desorientación ―al menos es oficial que solo faltan por llegar a Roma cuatro cardenales de los 133 electores―. Pero además la situación se complica porque, no solo es que a todos los favoritos se les encuentren pegas y objeciones, es que ya han empezado las maniobras de desgaste contra ellos, algo habitual en la guerra sucia que se mueve en los días previos al cónclave.
El cardenal italiano Pietro Parolin, hasta ahora secretario de Estado y que representa una cierta continuidad de Francisco pero con un restablecimiento del orden, es el principal objetivo. Hasta ahora se dejaban caer críticas y reproches: afán de protagonismo porque en el funeral recibió a jefes de Estado y de gobierno aunque ya no ocupe su cargo; que no ha quedado muy bien en el caso Becciu, sacando en el último momento las cartas del Papa que ratificaban la prohibición de entrar en el cónclave al cardenal sardo; y, más en profundidad, ser responsable del controvertido acuerdo secreto entre China y la Santa Sede, que el sector más conservador considera un despropósito. La novedad de las últimas horas es que se ha pasado a uno de los rumores venenosos más clásicos: que no está bien de salud.
Durante la tarde del jueves circuló en medios italianos conservadores la noticia de que Parolin había sufrido un desvanecimiento el día anterior, un episodio de presión alta, al final de la congregación general de cardenales. El Vaticano lo ha desmentido este viernes, a través del director de la sala de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni. Algo parecido ocurrió durante el cónclave de 2013 con Jorge Mario Bergoglio, según contó él mismo: ya tenía un buen número de votos y un cardenal fue a su habitación a preguntarle si era verdad eso que se decía de que tenía un solo pulmón. Él aclaró que le faltaba solo la parte superior del pulmón derecho, extirpado en su juventud, y que eso nunca le había causado problemas. “¡Estas maniobras de última hora!“, bufó al irse su interlocutor.
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Otro blanco ha sido el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, que se clasifica entre los afines a Francisco, en el bando reformista. De él a veces se comentaba en Roma, con una risita, que cantaba muy bien, pero lo demás no tanto. Solo los más enterados sabían el por qué, hasta que se ha hecho viral estos días un vídeo de 2019 del cardenal cantando Imagine, de John Lennon, muy motivado, en un escenario durante una concentración de jóvenes. Al margen de aquellos que no les parece bien que un cardenal haga estas cosas, se ha notado sutilmente que la célebre canción tiene una estrofa que dice: imagina un mundo sin religión (… and no religion too). Pero también se ha aclarado que Tagle cantó una versión reducida del tema y se saltó esas líneas. En todo caso, contra Tagle hay una objeción más seria: su pésima gestión de Cáritas Internacional, que presidió de 2015 a 2022, hasta que fue destituido por el Papa tras una auditoría que detectó numerosos problemas.
Lo interesante de la noticia de Parolin es que partió de un portal ultracatólico de Estados Unidos, Catholicvote, que se presenta como “La principal organización católica de defensa de Estados Unidos. Liderando la lucha por la fe, la familia y la libertad”. Hace tiempo que la mayor ofensiva contra Francisco, y ahora contra los que puedan ser considerados seguidores suyos, parte de los círculos católicos más tradicionalistas de Estados Unidos. Es famosa una frase del Papa en 2019, cuando en un viaje a Mozambique el periodista francés Nicolas Senèze le regaló el libro que acababa de publicar, Cómo América quiere cambiar el Papa, en el que describe las conspiraciones de la extrema derecha católica de EE UU. “Para mí es un honor que me ataquen los americanos”, exclamó Bergoglio.
En 2018, una organización de EE UU llamada Grupo para una Mejor Gobernanza de la Iglesia puso en marcha una operación llamada Red hat report (Informe birrete rojo), para elaborar informes de trapos sucios sobre cada cardenal, con las acusaciones que encontraran de abusos o corrupción. El objetivo, después, era reescribir los perfiles de Wikipedia de cada purpurado, según reveló un artículo de la revista progresista estadounidense National Catholic Reporter. “Si lo hubiéramos hecho antes, no habríamos tenido a Francisco”, lamentaron sus responsables, que señalaron expresamente a Parolin, “una desgracia para la Iglesia”, como uno de sus principales adversarios.
En el mundo conservador de EE UU también surgió en diciembre un portal, bien hecho y con buena información, llamado The College of Cardinals Report, con una ficha de cada cardenal. El objetivo, en el cónclave más numeroso de la historia, con cardenales de 71 países que no se conocen bien, es facilitarles saber quién es quién: contiene una tabla sintética donde se puede ver de un vistazo la posición de cada uno en los temas doctrinales y litúrgicos que alarman a los más tradicionalistas (a favor, en contra, ambigua): ordenación de mujeres como diácono; bendición de parejas homosexuales; celibato sacerdotal; comunión a los divorciados que se han vuelto a casar; la misa en latín; el cambio climático… En la tabla no está incluido el escándalo de la pederastia.
Precisamente sobre los abusos de menores ha surgido otra dura crítica contra Parolin y Tagle por parte de la organización de denuncia de abusos Bishop Accountability, con sede en EE UU. Fundada en 2003, gestiona la mayor base de datos del mundo de clérigos acusados de pederastia. En una rueda de prensa en Roma este viernes, su codirectora, Anne Barrett Doyle, acusó a ambos cardenales de no haber hecho nada en la lucha contra el escándalo. Reproche que en el caso de Parolin elevó a “obstrucción de la justicia”, por negarse, como secretario de Estado vaticano, a colaborar con autoridades judiciales de países como Australia, el Reino Unido o Chile cuando solicitaron documentación y archivos a la Santa Sede. “Ningún funcionario eclesiástico en el mundo ha desempeñado un papel tan central en mantener oculta la información sobre delitos sexuales en el Vaticano como el cardenal Parolin”, ha afirmado Barrett Doyle.
En cuanto a Tagle, la organización indica que la Iglesia de Filipinas aún está en una “época oscura” de negación e ignorancia del problema. Barrett Doyle señaló que ni la archidiócesis de Manila, que Tagle ha presidido de 2011 a 2019, ni la conferencia episcopal filipina, ni siquiera tienen todavía un documento básico de líneas guía para afrontar los casos. “Si el cardenal Tagle ni siquiera logra que los obispos de su país publiquen directrices, ¿qué podemos esperar de él como Papa de la iglesia mundial?”, ha acusado la activista.
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