Este lunes el presidente ruso, Vladímir Putin, aludió por primera vez a la posibilidad remota de unas conversaciones cara a cara entre Rusia y Ucrania a raíz de unas declaraciones de Volodímir Zelenski. Delegaciones de ambos países no se sientan en la misma mesa desde el mes de marzo de 2022, durante los primeros compases de la gran invasión rusa lanzada sobre Ucrania a finales de febrero de ese año. El presidente ucranio había pedido que el Kremlin se abstuviera de “cualquier ataque con drones y misiles de largo alcance contra infraestructuras civiles durante un período de 30 días con una posible extensión”, y el dirigente ruso se ha mostrado dispuesto a hablarlo: “Hay que resolver esto. Es un tema que requiere un estudio exhaustivo, quizá incluso bilateral”.
Zelenski da por rechazada su oferta de ampliar la tregua y ha dado a entender en su intervención diaria del lunes por la noche que el cese de hostilidades depende de la voluntad de Moscú, como se ha demostrado, pese a las acusaciones mutuas de ruptura, con el alto el fuego unilateral de día y medio que Putin decretó durante el fin de semana coincidiendo con la Pascua ortodoxa. “Ucrania mantiene su propuesta: como mínimo, no atacar la infraestructura civil. Esperamos una respuesta clara de Moscú. Estamos dispuestos a dialogar sobre cómo garantizarlo. Hay una manera obvia, sencilla y fiable: detener los ataques con misiles y drones de largo alcance. Eso por sí solo garantizaría automáticamente la seguridad de toda la infraestructura civil. Un alto el fuego, real y duradero, debe ser el primer paso hacia una paz segura y duradera”, señala el presidente ucranio.
Mientras, persiste la lluvia de drones que casi de manera cotidiana golpea territorio ucranio. Este martes hasta 54 de esos aparatos no tripulados fueron lanzados a primera hora desde territorio ruso y desde la ocupada península de Crimea sobre varias regiones del norte, este y sur de Ucrania, según las Fuerzas Armadas de Kiev. Esa misma fuente informa de que 38 han sido derribados y el resto no han llegado a causar daños reseñables. Posteriormente, localidades de las provincias de Járkov, Jersón y Zaporiyia, donde ha muerto una mujer, han sido también alcanzadas.
En paralelo a esos ataques, se mantiene la dialéctica ante un posible acercamiento entre Moscú y Kiev bajo presión de Washington. El portavoz de Putin, Dmitri Peskov, ha remarcado este martes que las declaraciones del dirigente ruso son solo una idea vaga. “No hay planes específicos, pero el presidente Putin ha confirmado su disposición a abordar este tema”, ha aclarado el alto cargo en su rueda de preguntas diaria.
Putin acotó las hipotéticas conversaciones con Ucrania a los bombardeos contra edificios civiles. Para el dirigente ruso no existe un dilema moral, pues justificó los ataques contra lugares públicos donde pueden estar mezclados militares y civiles ucranios. “Celebran reuniones o conferencias en restaurantes. Celebran algo, beben vodka. Allí se ha asestado alguno de los golpes. ¿Esto es un objetivo civil? Es civil. Pero, ¿cuál es el objetivo? Militar”.
El dirigente ruso también puso como ejemplo el reciente bombardeo efectuado por su ejército contra la ciudad ucrania de Sumi. Un doble ataque con misiles mató a al menos 36 personas y dejó heridas a otras 125 el pasado 13 de abril, Domingo de Ramos. Las bombas de racimo cayeron en varias zonas densamente pobladas días después de otro bombardeo que mató a dos decenas de civiles en la localidad ucrania de Krivói Rog.
Una de las bombas golpeó el centro de congresos de Sumi. “¿Es esto un objeto civil? Es civil -declaró Putin-, pero allí se condecoraba a quienes cometieron crímenes en la región de Kursk, tanto unidades de las fuerzas armadas de Ucrania como nacionalistas. Y a estas personas las consideramos criminales”.
El portavoz del líder ruso también ha hecho hincapié en que la tregua incondicional ofrecida por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y aceptada por Zelenski no le interesa a Moscú, que solo accedería a una pausa si Kiev accede a cumplir todas las condiciones del Kremlin. “El presidente Putin apoya la idea de que es necesario un alto el fuego, pero antes de que esto ocurra, es necesario responder a toda una serie de preguntas. Estas preguntas están en el aire y nadie las ha respondido aún”, ha argumentado Peskov.
El mandatario ruso respondió a la oferta de paz de Trump con una batería de exigencias el pasado 13 de marzo. Para Putin, el fin de la guerra pasa exclusivamente por “la eliminación de las causas profundas del conflicto”. Es decir, que Ucrania vuelva a estar bajo el control de Moscú.
Los intereses de Putin y Trump no coinciden en Ucrania, pero el Kremlin no quiere perder su sintonía con la nueva Administración de Washington al compartir ambos una visión que reduce el orden internacional a potencias y satélites. El presidente estadounidense quiere parar cuanto antes la invasión de Ucrania para centrarse en sus prioridades, mientras que el líder ruso ni tiene prisa ni renuncia a alcanzar todos sus objetivos.
Para situar a Ucrania bajo su órbita antes o después, Moscú necesita que Kiev quede indefensa. Un importante exasesor de Putin, Serguéi Markov, explicaba este lunes en su canal de Telegram por qué el Kremlin no ha extendido su tregua de Pascua. “¿Porque Ucrania violó el alto el fuego? No, no lo hizo porque Rusia no se beneficia de un alto el fuego incondicional”, enfatizaba el politólogo. Según Markov, Putin solo cederá a una tregua si en ese tiempo Ucrania “no recibe armamento de Occidente, no realiza una movilización y sus tropas no son entrenadas por los ejércitos occidentales”.
El Kremlin ha aprovechado las últimas declaraciones de Putin para volver a acusar sin pruebas a Kiev de impedir legalmente cualquier negociación. “Si quiere mantener los contactos, la parte ucrania deberá despejar sus obstáculos legales”, ha manifestado Peskov. Moscú se basa aparentemente en una frase de un decreto del Consejo de Seguridad ucranio de 2022 que constataba “la imposibilidad de negociar con el presidente de Rusia”. Una mera declaración porque el propio Zelenski invitó a Rusia a la cumbre por la paz de Suiza de noviembre de 2024.
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